«La revolución cubana está agotada»

ELOY GUTIERREZ-MENOYO / EL PAÍS / MADRID 26 OCT 2012

Fidel Castro con Gutiérrez Menoyo (en el centro), en 1959.

Eloy Gutiérrez Menoyo, cubano nacido en Madrid en 1934, comandante de la revolución que depuso al dictador Fulgencio Batista, dictó este texto a su hija durante su enfermedad para que fuese publicado a su muerte:

El año 1959 registró un acontecimiento que parecía marcado por la poesía: la Revolución Cubana. De aquella Revolución, esparcidos por la isla y por el mundo, quedan hoy restos dolorosos de un naufragio. En el 2003 regresé a Cuba. Enemigo en un tiempo del Estado cubano y percibido así oficialmente, intentaba una actividad pacífica que fecundara a favor de un espacio político. Durante años, desde el exilio en visitas puntuales a Cuba, habíamos dialogado con este gobierno con vista a una apertura política. Con el país hecho añicos, sin el socorro de la desaparecida esfera comunista, no le quedaba a Cuba otra salida que no fuera el cambio.

Así se lo manifesté a Fidel Castro en nuestros encuentros que consideré breves pero sustantivos. Sin embargo, desde mi llegada sorpresiva, no se me ha extendido el carnet de identidad ni se me ha otorgado el espacio político que se discutió en un tiempo. Es cierto que se ha tolerado mi presencia pero ello ha ocurrido bajo el ojo orwelliano del Estado que se ha preocupado por observar de cerca a nuestra militancia.

En el tiempo que he pasado aquí, he visto también la destitución de sus cargos de algunos de los funcionarios oficiales que compartieron conmigo y otros activistas de Cambio Cubano, no sólo la preocupación por los problemas que asolan a nuestro pueblo, sino también la urgencia de producir la necesaria apertura política. Esa apertura política traería consigo grandes transformaciones que se hacen impostergables y para las cuales no faltó en los momentos de nuestras conversaciones cierto estímulo alentador por parte del más alto liderazgo de este país.

Hoy día, sin perder mi fe en el pueblo cubano, denuncio que aquella empresa, llena de generosidad y lirismo, que situaría de nuevo a Cuba a la vanguardia del pensamiento progresista, ha agotado su capacidad de concretarse en un proyecto viable.

Comparto esta realidad con los mejores factores del pueblo cubano, estén en el gobierno, en sus depauperadas casas o en el exilio, y asumo la responsabilidad de este tropiezo a la vez que me reafirmo en las ideas que en su inicio suscitaron la admiración de amplios sectores cubanos e internacionales. Hago esta declaración en medio también de un diagnóstico médico en lo que va menguando mi salud personal. Asumo la responsabilidad de esta batalla y no me amedrenta el hecho de que algunos puedan calificarla de fracaso. La voluntad de perpetuarse en el poder de Fidel Castro ha podido en este caso más que la fe en la posible renovación de los mejores proyectos cubanos desde fecha inmemorial. ¿Cuál es la Cuba a la que me enfrento hoy en medio de mi enfermedad? Es una Cuba desolada en la que el carácter ético del proceso de 1959 se ha hecho inexistente. El ciudadano ha ido perdiendo consciencia de sí mismo: se resiste aunque a veces no lo exprese y la juventud se sustrae y convierte el deseo de escapar en una obsesión desmesurada. Grandes sectores de la gente de a pie ya sabe de memoria que esta revolución ya no tiene sentido moral. El cubano ha ido perdiendo su esencia. Sobrevive en la simulación y en ese extraño fenómeno del doble lenguaje. Las estructuras son irracionales. La extranjerización de la economía se monta precariamente sobre una fórmula absurda y desbalanceada que excluye el protagonismo y la iniciativa nacional.

El gobierno que pregonó ser del pueblo y para el pueblo no apuesta por la creatividad y la espontaneidad nacional y el sindicalismo brilla por su ausencia.

Me ha tocado vivir de cerca la ardua faena de intentar hacer oposición en este país. He sido firme en mi posición independentista y en mi llamado a marcar distancia de cualquier proyecto vinculado a otros gobiernos. Pero el gobierno cubano ha sido tenaz en su minuciosa labor de hacer invisible a la oposición, a la que se coacciona y cohíbe de movilizarse y no se le permite insertarse en las áreas importantes de las comunicaciones o la legislación.

¿Cómo indemnizar a un país por 50 años de disparates contra su ciudadanía? ¿Cómo se indemniza a un pueblo de tantos daños directos contra la colectividad y el ciudadano? ¿Cómo se le indemniza de los errores por consecuencia?

El gobierno cubano no deja duda de su incapacidad de crear progreso. Como resultado de esta realidad el cubano deambula por sus calles como un ciudadano disminuido, inquieto, triste e insolvente. En la mentalidad de los que se aferran al poder a toda costa ese ciudadano es el modelo y candidato perfecto a la esclavitud. La Constitución no funciona. El sistema jurídico es una broma. La división de poderes no es siquiera una quimera. La sociedad civil es, como el progreso, un sueño pospuesto por medio siglo.

¿Burla la justicia la madre desesperada que busca leche para su hijo en la bolsa negra? Hace unos 60 años, Fidel Castro se dirigió a un magistrado, en medio de una dictadura pero con prensa libre como testigo, y explicó que si se le acusaba por uso de fuerza militar revolucionaria, ese agravio, ese desacato a la ley, y aquella querella oficial contra él, debían ser desestimados ya que el gobierno existente era producto ilícito de un golpe de estado. Aquella lógica, inexpugnable y cierta, podría aplicarse hoy día, en nombre de la oposición para decir que el gobierno cubano hace un grosero uso del poder absoluto y que su consolidación a perpetuidad es una intolerable disposición testamentaria. Se usaría bien aquel planteamiento de Fidel ante un magistrado para decir que nadie puede hacerse custodio eterno de un país ni llevar adelante una meticulosa empresa de abolir la realidad y de paralizar el avance. También se me ocurriría preguntar dónde está la dirección originaria del proceso por el que murió mi hermano Carlos o cuándo terminará la desazón de sentir que el futuro está hipotecado. Durante 50 años de destreza política y control policiaco el cubano ha sido un verdadero héroe de la subsistencia dentro de un laberinto dialéctico. Ha manejado el desencanto y el extravío y el desdoblamiento y la fatiga. ¿Qué tiene de nuevo que decirle este gobierno a ese cubano acerca de su destino incierto? Según los médicos, mi diagnostico es irreversible. Voy sintiendo que cada día será más opaco y a la vez más cierto en la brevedad de mi destino. No temo el diagnóstico que parece ser una ruta y la caminaré con calma y con esperanza en el futuro de Cuba, esta tierra de hombres y mujeres inigualables. Quisiera decir que me reitero en las ideas que alentaron en mí y en mis hermanos mis padres generosos; ni tamizo ni renuncio a mi vinculo con la socialdemocracia, una vinculación que es, cada vez más, a partir de la visión incluyente de la historia; las posibilidades de éxito de cualquier visión política se engrandecen o achican a partir de la generosidad y el sentido de compromiso colectivo, la capacidad de acuerdo de sus portadores.

Si ofendí a alguien, si los fantasmas de las diferentes contiendas me tentaron a faltarle a la generosidad, pido benevolencia, al igual que olvido a quienes pudieron haberme juzgado de manera apresurada hoy reflexiva. Creo haber servido a Cuba en diferentes etapas por encima de los errores de mi autenticidad, de cualquier falta de visión de mi parte o de cualquier terquedad en el camino. Durante la revolución, creo haber sido una voz de humanismo que se manifestó quizá mejor en el sentido de oponerme a los fusilamientos. Haber vivido en mi infancia la guerra civil española me había preparado para intentar al menos el dominio de las pasiones. No creo haber sido de los que permitieron el reverso del sueño que acabó en convertirse en la peor pesadilla. Alguien podría interpretar este documento como un lamento pesimista. Sin embargo, no es ese su propósito como no va en él ninguna forma de cólera aunque me haga eco de estos duros quebrantos de la familia cubana a la que me uní desde mi niñez al llegar a Cuba como miembro de una familia de exilados españoles republicanos. Mi optimismo se basa en la fuerza telúrica de esta isla; en la ternura infinita de la mujer cubana; en el poder de innovación de su gente más sencilla. La herencia de perdurabilidad de la Nación cubana resistirá todos los ciclones de la Historia y a todos los dictadores. Varela es más que una seña. Maceo es más guía que guerrero admirable. Martí no es una metáfora. La suerte llegará. Cuando el último cubano errante regrese a su isla. Cuando el último joven nacido en Madrid, en Miami o en Puerto Rico se reconozca en la isla. Cuando sanen las heridas y desaparezca el dolor habrá un pueblo que tendrá cautela de celebrar su nueva dicha y de cuidarse de magos iluminados y de proyectos mesiánicos. Porque, no importa cómo, la suerte llegará: delgada, silenciosa y frágil como una mariposa llena de júbilo, como una señal para este pobre pueblo que merece algo mejor. Yo sé que habrá una mariposa que se posará en la sombra. Me habría gustado poderle decir que habría querido dar más; acaso ella habría entendido que sólo pude dar mi vida y que tuve el privilegio de ser parte de esta isla y de este pueblo. ↈ

Carta Abierta al Sr. Miguel Díaz-Canel Bermúdez

Un fantasma recorre la mente del gobierno cubano, el fantasma de Archipiélago… En su última comparecencia, usted, presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez, se refirió a la Marcha Cívica por el Cambio convocada por Archipiélago de la siguiente forma, y citamos textualmente: “Es un plan orquestado, se involucran tanques pensantes y portavoces del gobierno de Estados Unidos en la concepción y preparación de estas acciones”.

No somos “tanques pensantes”. Simplemente decidimos ejercer nuestros derechos, para eso no se requiere tanto intelecto, solo decisión y convicción. Tampoco precisamos que nadie nos mande, ni el presidente de Cuba ni el de ningún país, mucho menos el de Estados Unidos. Si tiene alguna prueba con la cual fundamentar sus afirmaciones, lo invitamos a que las exponga públicamente, aunque tanto usted como nosotros sabemos que ello será imposible pues tales vínculos no existen.

El único dictado al que respondemos es al de nuestras conciencias. La única voz a la que respondemos es a la de los millones de cubanos y cubanas obligados a dedicar jornadas completas para adquirir productos cada vez más caros en una moneda que no disponen; la voz de las familias que han perdido seres queridos por la precaria condición de la infraestructura médica cubana, en la cual no se invierte lo que se debiera; la voz de los miles de trabajadores cuyos salarios no les alcanzan para llegar a fin de mes; la voz de madres, hijos y hermanos de los manifestantes del 11J procesados cual viles criminales y sancionados en juicios sumarios sin debido proceso; la voz de la juventud que ante la falta de futuro se ve obligada a abandonar el país; la voz de las madres que lloran en silencio a sus hijos; la voz de los cientos de presos políticos, los exiliados, y los desterrados; la voz de las generaciones que se sienten traicionadas por un proyecto que hace mucho dejó de ser revolucionario para ser excluyente; la voz de los cubanos que han perdido la vida intentando huir de esta isla; la voz de los ciudadanos que quieren que las cosas cambien.

No podríamos quedarnos indiferentes ante tanto dolor y desidia por parte de su gobierno ni aunque quisiéramos.

La Revolución, que alguna vez se planteó como un proyecto por los humildes y para los humildes, fue sepultada por el totalitarismo hace décadas, el cuál hoy exhibe una mentalidad de hotelería y mercantilismo. Que conste, no nos oponemos a que el gobierno cubano apueste al desarrollo de la industria de servicios, sino al costo que conlleva la manera en que se hace.

Tampoco nos oponemos a que se defienda la soberanía del país; a lo que nos oponemos es a que se justifique la represión, la ausencia total de espacios democráticos y la violación de los derechos de los ciudadanos mediante supuestas amenazas a la soberanía.

Se nos acusa de intentar desestabilizar el país, sin embargo, el que ha desestabilizado el país es usted.

Nosotros no instruimos un reordenamiento económico que tiene poco que envidiarle a esos paquetazos neoliberales que su gobierno denuncia en Latinoamérica; nosotros no acosamos ni apresamos personas por razones políticas; nosotros no dimos una orden de combate lanzando cubanos y cubanas a una guerra fraticida; nosotros no dejamos sin abastecimiento las tiendas y establecimientos en moneda nacional; nosotros no somos responsables de la inflación exhorbitante del país; nosotros no hemos organizado brigadas de respuesta rápida (bandas ultraviolentas) para golpear a quien piense diferente; nosotros no hemos violado los derechos humanos y constitucionales de nadie; nosotros no hemos puesto el país en pie de guerra para enfrentar a manifestantes pacíficos.

Las intenciones de la manifestación que convocamos para el 15 de noviembre fueron expresadas públicamente y están contenidas en las cartas dirigidas a las intendencias y que a continuación citamos: “contra la violencia, para exigir que se respeten todos los derechos de todos los cubanos, por la liberación de los presos políticos y por la solución de nuestras diferencias a través de vías democráticas y pacíficas”. Aunque las autoridades pretendan ignorar o torcer los hechos, estas son nuestras intenciones, las cuales se amparan en la Constitución cuyos artículos 54, 56 y 61 reconocen nuestro derecho de libertad de expresión, manifestación, petición y queja.

¿En qué parte de esas cartas se dice que no queremos el bien supremo de Cuba o que somos ciudadanos carentes de valores patrios? Si remitimos cartas a las autoridades es porque las respetamos. Que no estemos de acuerdo con el orden establecido y querramos un cambio no significa que estemos intentando derribar por la fuerza el sistema.

Tenemos diferencias, pero entendemos que a través del diálogo nacional se pueden lograr los cambios democráticos que Cuba necesita. Cuales sean esos cambios no está en nuestra capacidad definirlos ni en su persona, presidente, negarlos. Corresponde a los cubanos de todos los signos e ideologías resolver sus diferencias.

No le corresponde a usted como presidente determinar quiénes son interlocutores válidos, ni a nosotros tampoco. Esa tarea le corresponde al pueblo cubano (a todos), tanto a los millones que están dentro como a los que viven fuera de la isla; le corresponde al pueblo, en quien según el artículo 3 de la Carta Magna reside la soberanía intransferiblemente.

No tenemos que estar todos de acuerdo, nadie ha afirmado algo así. Basta que haya una parte de la ciudadanía en desacuerdo con la forma en que se han estado haciendo las cosas, que tenga la voluntad de buscar soluciones a estos problemas y que esté dispuesta a sentarse civilizadamente con la otra. Y esa parte ya existe, si no le convenció de ello la multitudinaria masa que salió a las calles el 11J y que usted criminalizó y reprimió, cerciórese ante el apoyo a la iniciativa de Archipiélago. Los órganos de seguridad saben que no hace falta que tenga lugar el 15N para hacer patente ese apoyo. Los extremistas y los violentos existen a ambos lados de esta ecuación. Nosotros no representamos los extremos; esgrimimos la paz y el civismo, aún cuando se nos amenaza con la violencia.

No somos una fuerza política, ni mucho menos un partido; somos ciudadanos cubanos; nos preocupa nuestra sociedad. Nuestro gobierno no es el de los Estados Unidos sino el suyo, presidente, y por ende es a ud. a quien dirigimos nuestras inquietudes, pues es su responsabilidad como principal representante del Estado cubano llevar el país por buen camino y reconocer los errores; por todos lados se escuchan las voces que piden democracia y un nuevo pacto social, refrendado con elecciones transparentes.

Cada gobierno es responsable del bienestar y seguridad de sus ciudadanos, lo cual en materia de Derecho Internacional se conoce como “responsabilidad de proteger”. Pero si como ha sido el caso, persigue, amedrenta y reprime a su propio pueblo, no espere ni que nosotros lo consintamos, ni que pase desapercibido por la Comunidad Internacional, de la cual para bien o para mal, Estados Unidos forma parte.

Es su administración la que mendiga por la venia de los Estados Unidos, aboga por la normalización de relaciones comerciales y por el fin del embargo económico. En su búsqueda de reconocimiento, los funcionarios y voceros del gobierno están más preocupados por los derechos de los ciudadanos norteamericanos que por los nuestros. Siempre se habla de las afectaciones del embargo norteamericano a Cuba, pero no está dispuesto a admitir las violaciones que se cometen bajo su mandato.

Usted ha amenazado públicamente con reprimir a quienes se manifiesten el venidero 15 de noviembre. Estados Unidos ha respondido que no tolerará ningún acto de represión y amenaza con sanciones. Esas sanciones nos preocupan, pueden bien ser dirigidas contra funcionarios o ser más generales y afectar al cubano de a pie. El hecho es que las sanciones son un acto unilateral de parte de los Estados Unidos en respuesta a su amenaza. Ha sido su accionar, presidente, el que ha servido al país en bandeja de plata a nuevas sanciones, no solo norteamericanas, pues le recuerdo que a raíz del incumplimiento del Convenio de Cooperación Cuba-Europa, la Eurocámara está preparada también para aplicar sanciones a su gobierno.

Si quiere prevenir que la Comunidad Internacional acuse y condene las violaciones de derechos en nuestro país, existe un método sencillo: no permita que se violen derechos impunemente y reconozca el disenso político. Si quiere evitar que en foros internacionales se califique al país de dictadura, conduzca a Cuba como el Estado de Derecho que la Constitución refiere en su artículo 1 y respete las voces de la nación que exigen un cambio.

Nosotros no somos responsables de la condena a su gobierno. No queremos que nuestra protesta se instrumentalice por nación extranjera alguna; pero si la condición para evitarlo es guardar silencio ante lo mal hecho, no lo haremos. El pueblo cubano lleva más de 62 años resistiendo en silencio todos los desvaríos de la gobernanza. Y cada año la confianza que se depositó termina en saco roto.

La protesta en Cuba ha demostrado ser necesaria. Hizo falta un 11 de julio para que el gobierno autorizara a toda prisa la entrada de medicamentos, para que recordara que los barrios humildes existen, para que se entregara un módulo de alimentos, para que se acometieran obras de mantenimiento y restauración en los espacios públicos, rebaja de planes de datos móviles, y que finalmente se aprobaran e incorporaran las famosas “MYPIMES” al esquema de las Formas de Gestión No Estatal. Han logrado que su gobierno se ponga a hacer lo que debía haber hecho antes, que es velar por los sectores más vulnerables de la ciudadanía. Estas acciones son nimiedades en comparación con la montaña de deficiencias y problemas políticos, sociales, económicos y sanitarios que enfrentamos; pero si no hubiera habido manifestaciones y protestas ni siquiera estas minucias las hubiéramos recibido. El pueblo ya sabe que contra la desidia solo cabe la protesta, el 15N no será la última que encontrarán en su camino.

Si a las autoridades y al Partido Comunista le molesta que se haga evidente la falta de consenso que tiene su gobierno entre la población cubana, pues la solución no está en culpar al otro, sino en resolver los problemas que motivan el descontento. No se escude en el fenómeno para esquivar las causas. Cuba es un país soberano y por ende la responsabilidad de conducir la nación por buen cauce corresponde única y exclusivamente a su gobierno. Biden no es el presidente de Cuba, sino usted, Miguel Diaz-Canel; toda acción conlleva una reacción que puede acarrear buenos y malos resultados. La madurez y la responsabilidad que requiere su cargo dicta que asuma ambas ante el pueblo cubano y la comunidad internacional. Si de algo ha servido la pandemia es para recordarnos que, aunque se diga que somos una isla, no existimos de espaldas al mundo, formamos parte de él.

El maniqueísmo, la polarización y los extremismos no son buenos consejeros. No se puede administrar un país como se administra una finca. No es una cuestión solo de principios o voluntad, sino de objetividad y pragmatismo. El sistema económico y político ha pasado rápidamente de ser una peculiaridad a un anacronismo, y a este paso, una aberración. Pueden implementarse todas las reformas legales o económicas que se quieran; mientras siga imperando la mentalidad de guerra fría amarrada a conceptos de más de seis décadas y la exclusión del disenso político, no hay evolución posible; y una sociedad que no evoluciona está condenada al fracaso.

Presidente, usted se ha reunido con sus partidarios e incluso algunos le han dicho ciertas verdades en la cara, verdades algunas que no distan mucho de la que cualquiera de nosotros podríamos decirle, y otras sabemos que no serán del agrado del Partido Comunista, pero como cubanos nos asiste el deber y el derecho de decirlas. Sin embargo, se niega a escuchar a aquellos que no comparten sus mismas ideas, aún cuando compartimos la misma patria, cultura e idioma. Solo por pensar diferente se nos niega el respeto y la palabra. No es necesario seguir tropezando una, dos y tres veces con la misma piedra. ¿Es que «diálogo» y «cambio» resultan palabras tan ominosas a los oídos de la gobernanza?

La violencia solo genera más violencia, el odio solo genera más odio. No se encomiende a esos recursos, presidente, pues tarde o temprano uno recoge lo que siembra. La soberbia no se come, no genera riqueza, empleos, ni prosperidad.

El 15N saldremos a manifestarnos como ciudadanos que somos por convicción y voluntad propia. No necesitamos su venia y aunque no lo quieran reconocer sus voceros, los derechos no se “aprueban”. Todos han visto que la única incitación al odio y a la violencia viene de su parte.

Los alaridos de sus partidarios recuerdan los ecos del fascismo que tantos millones de muertos ocasionó al mundo. Nos oponemos a tales métodos y los denunciamos. Nosotros pondremos el cuerpo y el civismo. La sangre y la violencia, de ocurrir, van por usted.

Respetuosamente,

Lic. Fernando Almeyda Rodríguez

MsC. Leonardo M. Fernández Otaño

Llamado de «Patria y Vida» por la libertad de Cuba

Los artistas de Patria y Vida han sido secuestrados, desaparecidos y procesados por el Estado Cubano

Convocamos con este manifiesto a todos los cubanos en el mundo al llamado de Patria y Vida, por la libertad de Cuba

El terror de los meses de abril y mayo en Cuba, han estado marcados por la represión y el acoso de la Seguridad del Estado a artistas, activistas y periodistas independientes. A raíz de la popularidad de la canción Patria y Vida creció el asedio del gobierno sobre Luis Manuel Otero Alcántara y Maykel (Osorbo) Castillo Pérez, fundamentalmente. Cercos policiales, detenciones arbitrarias, mujeres abusadas y golpeadas por policías, y funcionarios públicos, cámaras de vigilancia instaladas por empresas del gobierno frente a las viviendas de activistas, además de la cancelación de líneas telefónicas y la señal de internet, impidiendo la comunicación y denuncia de las atrocidades de la dictadura.

Los agresivos discursos del Presidente y de otras autoridades del Gobierno Cubano durante el 8vo Congreso del PCC, generaron un clima de violencia y represión similar al de la llamada Primavera Negra, en 2003. De manera inmediata encarcelaron a activistas en varias partes del país y allanaron la vivienda de Luis Manuel Otero Alcántara, líder del Movimiento San Isidro, destruyendo sus obras y llevándoselo preso a él y a sus amigos. Ante esta acción violenta el artista comenzó una huelga de hambre y sed que se extendió por siete días, lo que provocó un nuevo allanamiento de su casa en la madrugada del 2 de mayo, como ya hicieran el 26 de noviembre de 2020. Fue sacado en contra de su voluntad, y secuestrado en el Hospital Calixto García, donde todavía se encuentra, incomunicado y aislado. Se estableció un rígido cerco policial alrededor del hospital, que impide la visita de familiares, amigos y allegados. Luis Manuel no tiene acceso a teléfono ni al sistema de comunicación que hemos establecido para estas situaciones de peligro. Se evidencia la complicidad de las autoridades médicas, que incluso lo han grabado sin su consentimiento, intentando convencer a la opinión pública con videos manipulados que han salido en la Televisión Nacional. Dichos videos solo demuestran su deplorable estado físico y de conciencia, lo que nos lleva a suponer que ha sido sometido a métodos de tortura. Miembros de la Iglesia Católica o del cuerpo diplomático acreditado en Cuba, han manifestado intención de acceder al hospital y tampoco se les ha permitido.

Maykel Castillo se encuentra desaparecido hace más de siete días, encausado por los delitos fabricados de Atentado, Desacato y Resistencia. Fue secuestrado sin orden de detención por la Policía Nacional Revolucionaria, después de más de un mes de prisión domiciliaria, impuesta por la Seguridad del Estado. Durante ese tiempo fue detenido al menos en tres ocasiones y liberado antes de 72 horas. Finalmente, el 18 de mayo, es sacado de su casa, sin zapatos y sin camisa, y no le han permitido realizar la llamada telefónica a la que tiene derecho. No se encuentra en ninguna estación policial, ni se había registrado proceso penal alguno en su contra, hasta que, en respuesta al Habeas Corpus presentado, y para mantenerlo apresado, fabricaron las causas ya señaladas. El artículo 249 de la Ley de Procedimiento Penal establece que Maykel tiene derecho a comunicarse vía telefónica con un abogado o con su familia, para informar de su estado y su ubicación. Actualmente, Maykel está desaparecido.

Eliexer (Funky) Márquez Duany, también fue secuestrado el 18 de mayo, con esta sumarían decenas de detenciones arbitrarias en estos meses a activistas y artistas cubanos. Fue liberado ese mismo día en horario nocturno, con una medida cautelar que le impide salir de su casa libremente y después de ser amenazado con causas penales similares a las de Maykel Castillo. Al menos a cinco artistas más se les impuso el recurso de medida cautelar para silenciarlos e impedir su acceso a las calles.

Todas estas irregularidades y violaciones de carácter legal y humano, además de la complicidad del sistema judicial cubano, y otras instituciones, con las prácticas represivas del Estado, demuestran la precaria situación de los derechos civiles y naturales en Cuba. Múltiples organizaciones internacionales han manifestado preocupación por la seguridad de activistas, artistas y periodistas independientes a lo largo de toda la Isla y por la criminalización de estas prácticas dentro de un régimen totalitario. Suman siete los activistas procesados injustamente por intentar llegar a donde está Luis Manuel, engrosando la larga y creciente lista de 145 presos políticos, que el Estado Cubano no reconoce. Sus nombres son: Esteban Rodríguez, Mary Karla Ares, Thais Mailén Franco, Inti Soto, Ángel Cuza, Yuisán Cancio y Adrián Curuneaux. Los seis se manifestaron pacíficamente en un boulevard de La Habana y fueron violentados por la policía y los agentes de la Seguridad del Estado, mientras el pueblo gritaba Patria y Vida para impedir que se los llevaran. El gobierno penaliza de esta manera el apoyo popular como forma de escarmiento con fines políticos de control de la población.

Cuba ha violado de forma brutal las medidas de protección internacional otorgadas por la Comisión Inter-Americana de Derechos Humanos a Maykel Castillo, Luis Manuel Otero, y otros 18 miembros y allegados al Movimiento San Isidro. Amnistía Internacional ha nombrado nuevamente a Luis Manuel Otero preso de conciencia.  

El video “Patria y Vida”, creado por el deseo de reconciliación nacional y de llevar la esperanza al interior de la sociedad cubana, fue recibido por la dictadura con un despliegue brutal y agresivo hacia artistas y ciudadanos. Todos los integrantes del evento musical han sido difamados en los medios oficiales. Los cubanos han sido multados solo por escucharla y reprimidos por utilizar la frase en redes sociales, en carteles o en los muros de sus viviendas. El video ha sido censurado por el régimen con actos violentos.

La represión directa de Luis Manuel, Maykel y Eliexer hoy, es resultado terrible de ese combate contra una canción por parte del Estado Cubano, es la confirmación de su lógica de “Patria o Muerte”. Esta declaración está inspirada en nuestros deseos de libertad y justicia para Cuba. Para que ningún joven como Denis Solís González o Luis Robles Elizástegui sea procesado y añadido a la lista de presos políticos, por rapear en contra del régimen o por llevar un cartel de denuncia, públicamente. Para que ningún grupo opositor, como las Damas de Blanco, UNPACU, FANTU, MSI, 27N, MONR, Cuba Decide y otros muchos, sean hostigados y sus líderes detenidos, golpeados o torturados, a veces por labores humanitarias como repartir comida y medicinas a personas pobres. Para que tengamos comida y medicina para todos. Para que la juventud cubana pueda participar de la construcción de su futuro. Para que todos los cubanos puedan entrar a su tierra sin importar ideologías. Por una Cuba de todos y no para unos pocos.

Exigimos al Estado Cubano la libertad y exoneración inmediata de todos los Convictos y Condenados de Conciencia, los recientemente detenidos y encausados y los más de 100 casos actuales. Solicitamos a la comunidad internacional solidaria que exija a Cuba el cumplimiento de los compromisos adquiridos en materia de derechos humanos y que cese el estado de terror instaurado.

¡Libertad y justicia para todos los presos políticos y de conciencia!

¡Patria y Vida!

Suscrito por los co-autores de Patria y Vida aún libres:

Discurso de Fidel Castro en la clausura del Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura. La Habana, 30 de abril de 1971.

Señores invitados:

Como saben los compañeros del Congreso, hoy llevamos ya dieciséis horas y cuarto trabajando todos sin parar un solo minuto.  Por eso nosotros no queremos abusar, ni mucho menos que algunos se vayan a dormir a esta hora, y por eso trataremos de ser breves. 

No vamos a hablar de los puntos, las conclusiones, las recomendaciones, porque de eso largamente se ha hablado y se acaba de exponer en la declaración del Congreso. 

Nos parece que lo más importante es señalar, a los efectos de sacar las conclusiones útiles, otros aspectos que merecen señalarse.  En primer lugar, este Congreso ha sido el desarrollo consecuente de una línea de masas en la educación. 

En este Congreso han participado prácticamente todos los profesores y maestros del país, que suman casi 100 000.  Tuvieron lugar miles de reuniones en la base.  Se trajeron al Congreso, y se discutieron 413 ponencias.  Se recibieron en el Congreso 7 843 recomendaciones.  Se compatibilizaron 4 703, es decir:  quedaron 4 703 después de compatibilizadas.  Y se discutieron 4 703 recomendaciones.  Y se aprobaron entre 2 500 y 3 000 —falta el dato exacto— que saldrán junto con los dictámenes, en las Memorias de este Primer Congreso. 

De manera que aquí se ha traído la expresión fiel de lo que piensan, lo que sienten, lo que anhelan, lo que preocupa y lo que desean nuestros educadores. 

Al éxito del Congreso ha contribuido el apoyo pleno de todas las organizaciones de masas y de los organismos.  De manera que en su Congreso los educadores han contado con un apoyo total del país. 

El Congreso se ha caracterizado por su magnífica organización, su extraordinario trabajo previo —que comenzó desde la base—; se ha caracterizado por la seriedad de los análisis y las discusiones; se ha caracterizado por la profundidad de los debates; se ha caracterizado por el extraordinario espíritu de trabajo. 

Se trabajó de verdad y sin descanso en este Congreso, ¡tanto, que apenas se durmió!  Y como resultado de ese trabajo se ha logrado lo que puede calificarse de un magnífico programa educacional para nuestro país, es decir, para esta etapa de la Revolución.  De hecho tenemos ya el programa de la educación para la Revolución para esta década, y que resume la experiencia de nuestros educadores en estos años. 

El Congreso ha puesto de manifiesto algo que no nos toma por sorpresa, que es el considerable número de cuadros y de valores educacionales que se han ido desarrollando en estos años de Revolución. 

El Congreso puso en evidencia también los niveles que se van alcanzando y la complejidad creciente de estos problemas.  Y, por tanto, la necesidad de un mayor esfuerzo de superación, de un mayor rigor en el estudio y en el trabajo, para responder a una exigencia creciente de la calidad y de la técnica en la medida en que crece el propio nivel de nuestros educadores.  Y en la medida en que crecen, por supuesto, las complejidades en nuestros problemas educacionales. 

Se reveló un superior espíritu de camaradería entre los delegados del Congreso.  Y entre los compañeros, prevaleció en todo instante un espíritu verdadero de fraternidad, de compañerismo, de cooperación, sin egoísmos, sin individualismos, sin grupismos, sin ninguna manifestación por parte de nadie absolutamente del deseo de prevalecer o de predominar o de ganar popularidad. 

El Congreso se caracterizó, además, por una gran exigencia.  Y en las sesiones plenarias prevalecía un fuerte espíritu de crítica y, podríamos decir, de presión por cada uno de los delegados que pedía hacer uso de la palabra.  Es decir, la rápida e inmediata inconformidad con el menor detalle, con el menor descuido, con la menor pérdida de tiempo. 

De manera que a nosotros nos parecía que este Congreso era un poco la imagen de la futura sociedad de nuestro país.  Y habrá que ver si en un mundo así podrá vivir un analfabeto, un ignorante, y si incluso no se plantea desde ahora, entre otras muchas razones que se han expuesto de orden económico, científico y de todo tipo, la educación como condición elemental de vida espiritual y moral del hombre del futuro.  Porque creemos que en una sociedad que avanza hacia niveles superiores de cultura, la vida para el ignorante será moralmente insoportable. 

Nosotros observábamos todas estas características a medida que se desenvolvía el Congreso, y meditábamos sobre estos problemas. 

Los debates fueron amplísimos en las Comisiones, los criterios fueron expuestos con absoluta franqueza, con absoluta libertad, como no se puede concebir en ninguna otra sociedad que no sea socialista, expresando en todo instante únicamente los intereses de la comunidad, los intereses de la patria, que son los intereses de los trabajadores, los intereses de los estudiantes, los intereses de los niños. 

No exponían aquí los profesores y maestros sus preocupaciones por un grupito de niños privilegiados que podían ir a la escuela, no venían aquí a defender con calor y con pasión las iniciativas y los criterios que irían a beneficiar una minoría de clases explotadora y privilegiada.  Defendían los criterios y los intereses de los hijos de nuestros trabajadores y de nuestros campesinos, a lo largo y ancho de la isla; expresaban y reflejaban las inquietudes por aquellos niños que van a las escuelas humildes todavía, sí, muy pobres todavía, pero muy dignas, de las montañas de Baracoa o de la Sierra Maestra o del Escambray o de la Ciénaga de Zapata o de la Península de Guanahacabibes. 

Estaban representando los intereses de todos los niños sin excepción; luchaban por todo aquello que de un modo o de otro podía mejorar la calidad de la enseñanza que reciben esos niños, la enseñanza de 1 600 000 niños matriculados en nuestras escuelas primarias, la de casi 200 000 estudiantes de los cursos regulares de la enseñanza media y superior y de cientos de miles de adultos que estudian en las escuelas de superación obrera y campesina u otras escuelas; en fin, los intereses de más de 2 300 000 personas que estudian, que quiere decir los intereses más sagrados de nuestro pueblo, los intereses más fundamentales de nuestra patria, de los cuales depende el presente, pero sobre todo depende en grado extraordinario el futuro. 

Eso es lo que representaban aquí los delegados al Congreso, todos:  los intereses de toda la sociedad, de una sociedad que ha erradicado la explotación del hombre por el hombre, que ha erradicado el sistema de explotación que existía. 

Y por eso, solo en un proceso revolucionario y solo después de una Revolución tan profunda como la que ha tenido lugar en nuestra patria podía tener lugar un congreso como este.  Porque en el pasado ¿qué habría sido un Congreso como este?  —y eso nos decían algunos delegados.  Demandas de tipo económico de toda índole, en medio de una lucha lógica por la supervivencia, facciones.  Aquí habrían estado representadas todas esas corrientes que fueron combatidas. 

Aquí habríamos tenido un conjunto de profesores y maestros representando, en algunas ocasiones, desde luego, estos mismos intereses que representan ahora: los de los campesinos, los de los obreros, los de los estudiantes; habrían tenido posiblemente una minúscula participación en este Congreso. 

Habrían estado representadas todas las organizaciones y partidos burgueses, un Congreso dividido en una docena de partidos; habrían estado representados —por supuesto— los intereses de los explotadores, bien representados. Aquí habrían estado representadas todas las corrientes más oscurantistas, más retrógradas y más negativas.  Eso no habría podido llamarse jamás Congreso. 

¿Pero qué caracterizó muy especialmente este Congreso?  ¿Qué nos llamó extraordinariamente la atención?  Y es que en este Congreso, donde se discutieron incontables cuestiones, donde se presentaron cientos de ponencias y miles de recomendaciones, en que lógicamente muchas de esas materias tenían que ser y eran objeto de apasionados debates, sobre todo todas aquellas que tenían que ver con las técnicas, con los problemas de los métodos, evaluaciones, problemas prácticos de los muchos que se han referido aquí; en este Congreso donde se discutió tanto sobre todos los problemas discutibles y controvertibles, sin embargo, en lo que se refiere a las cuestiones ideológicas, en lo que se refiere a las cuestiones revolucionarias, en lo que se refiere a las cuestiones políticas, había una posición firme, sólida, unánime, monolítica (APLAUSOS). 

Y los temas que suscitaban más ardor, más pasión y más unanimidad, los que provocaron los más clamorosos aplausos, fueron precisamente esos temas que abordaban las cuestiones ideológicas, las cuestiones políticas, las cuestiones revolucionarias, y que revelaban hasta qué punto las ideas revolucionarias, las ideas patrióticas, las ideas internacionalistas, las ideas marxista-leninistas han calado profundamente en el corazón y en la conciencia de nuestro pueblo y muy especialmente en una gran parte de nuestros educadores.  Y cómo los maestros enviaron aquí delegados que eran fiel reflejo de ese pensamiento, de esas ideas, de esas posiciones verticales y radicales en la política que es fundamental. 

Y por eso nosotros nos sentimos alentados y nos sentimos optimistas de saber que nuestros educadores —en cuyas manos está la educación de más de 2 millones de personas, la educación de la actual generación—, nuestro movimiento de educadores ha alcanzado ya esos niveles de conciencia revolucionaria y política. 

Se ha logrado elaborar un conjunto de ideas magníficas.  No podríamos pretender, ni mucho menos, que hemos logrado ya la perfección, que todas las ideas ya fueran las óptimas.  Pero sí tenemos la impresión de que nos hemos acercado al máximo, a lo óptimo. 

Y lógicamente en años sucesivos, y respondiendo incluso a nuevas experiencias y a nuevas necesidades, haremos mayores avances.  Pero con lo que se ha elaborado bien se puede decir que se inicia en nuestra educación una nueva etapa, de que se inicia una verdadera revolución en nuestra educación. 

Creemos que este Congreso significará un salto de calidad incuestionable; creemos que este Congreso contribuirá a poner en primer plano la importancia de la educación; creemos que este Congreso contribuirá decisivamente a que nuestro pueblo todo tome conciencia de la importancia fundamental de este problema. 

Creo que este Congreso que ha logrado “a priori” el apoyo de todos y muy especialmente de nuestras organizaciones de masas, tendrá asegurado ese apoyo en los años futuros en un nivel superior al que hayamos alcanzado jamás. 

Creo que este Congreso contribuirá a elevar extraordinariamente la dignidad de los educadores, que este Congreso elevará ante la conciencia de todo el pueblo el papel de los educadores como reconocimiento a su trabajo y, además, como reconocimiento a su sentido del deber. 

Y aunque el papel del educador merezca el reconocimiento de todo el pueblo, merecen especial reconocimiento esas palabras emanadas del Congreso al expresar que los propios educadores contribuirán decisivamente a ello, que los propios educadores deberán alcanzar el más alto puesto en la estima de nuestro pueblo por su propio esfuerzo, por su propio trabajo, por su propio espíritu de superación. 

En el Congreso se señalaron las dificultades que todavía nos encontramos —las muchas dificultades— en la realización práctica de las tareas de la educación; problemas de muy diversa índole, que iban desde los problemas de la familia, los problemas de los servicios, los problemas del transporte y, en fin, muchas de esas dificultades de orden material que obstaculizan el trabajo, el desempeño óptimo de la actividad, muchas de las cuales infortunadamente tardaremos todavía años por resolver.  Pero que, sin embargo, hay entre ellas muchas que pueden ser aliviadas, que pueden ser mejoradas en la misma medida en que todo el pueblo, todas las organizaciones de masa y todos los organismos ponían especial empeño en ayudar a obviarlas. 

Esa toma de conciencia acerca de la importancia de la educación por todo el pueblo, sin duda nos ayudará a facilitar las condiciones de trabajo de los maestros.  Esa toma de conciencia que es la que hace que cuando alguien en un carro —en los lugares donde no hay ningún otro vehículo— se encuentre un maestro esperando para ir a la escuela o de regreso de la escuela, enseguida se acuerde de que es un maestro, que ese maestro está formando a las nuevas generaciones, que cada hora que pierda, cada minuto que pierda lo pierde el país, y se detenga allí, por apurado que vaya, para prestarle una cooperación y una ayuda. 

He citado este ejemplo como uno de los muchos, de los miles de ejemplos en que la toma de conciencia, el espíritu de cooperación puede cooperar con el trabajo de la educación. 

De la misma manera los organismos que están al frente de los servicios, y muy especialmente las organizaciones de masas, cuyo apoyo es tan fundamental y decisivo en las tareas de la educación…

Porque algo en lo cual había unánime criterio es que la educación, donde los educadores juegan un papel muy importante, es sin embargo deber de todos y tarea de todos, obligación de todos y esfuerzo de todos (APLAUSOS). 

Por nuestra parte, por parte de la dirección de nuestro Partido y del Gobierno Revolucionario, que siempre ha tenido preocupación por los problemas de la educación, que sin duda de ninguna clase ha dado a esta actividad grandes recursos de todo tipo, al extremo de que hoy trabajan en el campo de la educación, de la cultura y de la ciencia —como expresó aquí en el día de hoy la compañera Olga— 165 000 trabajadores, casi   100 000 profesores y maestros, sin contar las decenas de miles de jóvenes que se están preparando para esta actividad. 

Tendrán —decimos— del Partido y del Gobierno Revolucionario el máximo interés, porque para todos nosotros este Congreso servirá además para que tengamos una información más pormenorizada, más detallada de los problemas, y además dispongamos de ese magnífico material que se ha elaborado para trabajar en el campo de la educación. 

Pues, aunque se hayan puesto al servicio de la educación grandes recursos, todavía no veíamos con suficiente claridad, todavía no acabábamos de ver con suficiente claridad cómo aún quedaban recursos potenciales para apoyar la actividad de la educación; recursos que la Revolución tiene en sus manos y que, aunque han trabajado en ese sentido, pueden todavía aportar mucho más a la educación. 

Tenemos, desde luego, las organizaciones de masas, identificadas absolutamente con la tarea de los educadores.  Pero además tenemos otros recursos técnicos, tenemos esos medios masivos de comunicación, tenemos esos recursos que se han señalado. 

Tenemos el Instituto del Libro, por ejemplo.  Es cierto que se ha hecho un esfuerzo de impresión grande.  Es cierto que se han triplicado, cuadruplicado, los libros impresos.  Es cierto que, incluso, si vamos a atender el 100% de las necesidades, todas esas imprentas y todas esas capacidades son todavía limitadas, aun incluyendo la nueva imprenta que nos facilitaron los amigos de la República Democrática Alemana y que está a punto de entrar en producción. 

Pero hay que tener un criterio preciso acerca de las prioridades de nuestro Instituto del Libro.  Y ese criterio se puede resumir con estas palabras:  en los libros que se impriman en el Instituto del Libro, la primera prioridad la deben tener los libros para la educación (APLAUSOS), la segunda prioridad la deben tener los libros para la educación (APLAUSOS), ¡y la tercera prioridad la deben tener los libros para la educación!  (APLAUSOS.) Eso está más que claro. 

A veces se han impreso determinados libros.  El número no importa.  Por cuestión de principio, hay algunos libros de los cuales no se debe publicar ni un ejemplar, ni un capítulo, ni una página, ¡ni una letra!  (APLAUSOS.) 

Claro está que tenemos que tener en cuenta el aprendizaje, nuestro aprendizaje.  Claro está que en el transcurso de estos años hemos ido cada día conociendo mejor el mundo y sus personajes.  Algunos de esos personajes fueron retratados aquí con nítidos y subidos colores.  Como aquellos que hasta trataron de presentarse como simpatizantes de la Revolución, ¡entre los cuales había cada pájaro de cuentas!  (RISAS.)

Pero que ya conocemos, y nuestra experiencia servirá para los demás, y servirá para los países latinoamericanos, y servirá para los países asiáticos y los países africanos. 

Hemos descubierto esa otra forma sutil de colonización que muchas veces subsiste y pretende subsistir al imperialismo económico, al colonialismo, y es el imperialismo cultural, el colonialismo político, mal que hemos descubierto ampliamente.  Que tuvo aquí algunas manifestaciones, que no vale la pena ni detenerse a hablar de eso.  Creemos que el Congreso y sus acuerdos son más que suficientes para aplastar como, con una catapulta esas corrientes. 

Porque en definitiva, en Europa, si usted lee un periódico burgués liberal de Europa y en Europa, para ellos los problemas de este país no, no son los problemas de un país a 90 millas de Estados Unidos, amenazado por los aviones, las escuadras, los millones de soldados del imperialismo, sus armas químicas, bacteriológicas, convencionales, y de todo tipo.  No es el país librando una épica batalla contra ese imperio que nos quiere hundir y bloquear por todas partes, ¡no! No son estos problemas que nos plantean las condiciones de un país subdesarrollado, que tiene que librar su sustento en condiciones difíciles.  No son los problemas de los más de 2 millones de niños y jóvenes o de estudiantes que tenemos que atender, llevarles libros, materiales, lápices, ropa, zapatos, muebles, pupitres, pizarras, medios audiovisuales, tizas, alimentos en muchas ocasiones —puesto que tenemos medio millón aproximadamente que comen en las escuelas—, aulas, edificaciones, ropa, zapatos.  ¡No!  Para esos señores que viven aquel mundo tan irreal estos no son problemas, esto no existe. 

Hay que estar locos de remate, adormecidos hasta el infinito, marginados de la realidad del mundo, para creer que estos no son nuestros problemas, para ignorar estos reales problemas que tenemos nosotros, que van desde el libro de texto, el medio audiovisual, el programa, la articulación de los programas, los métodos de enseñanza, los niveles, las preparaciones, etcétera, etcétera, etcétera.  Y creen que los problemas de este país pueden ser los problemas de dos o tres ovejas descarriadas que puedan tener algunos problemas con la Revolución, porque “no les dan el derecho” a seguir sembrando el veneno, la insidia y la intriga en la Revolución.  Por eso, cuando trabajábamos en estos días en el Congreso, algunos decían que seguramente a eso me iba a referir yo esta noche.  Pero, ¿por qué?  ¿Por qué tengo que referirme a esas basuras?  ¿Por qué tenemos que elevar a la categoría de problemas de este país problemas que no son problemas para este país?  (APLAUSOS.)  ¿Por qué, señores liberales burgueses?  ¿Acaso no sienten y no palpan lo que opina y lo que expresa la masa de millones de trabajadores y campesinos, de millones de estudiantes, de millones de familias, de millones de profesores y maestros, que saben de sobra cuáles son sus verdaderos y fundamentales problemas?  (APLAUSOS PROLONGADOS.) 

Algunas cuestiones relacionadas con chismografía intelectual no han aparecido en nuestros periódicos.  Entonces:  “¡Qué problema, qué crisis, qué misterio, que no aparecen en los periódicos!”  Es que, señores liberales burgueses, esas cuestiones son demasiado intrascendentes, demasiado basura para que ocupen la atención de nuestros trabajadores y las páginas de nuestros periódicos (APLAUSOS). 

Nuestros problemas son otros, y ya aparecerán las historias, y ya aparecerán los problemillas en alguna revista literaria:  más que suficiente.  Y algún rato de ocio, de aburrimiento —si es que cabe— lo puede dedicar el público como un entretenimiento o como una ilustración útil a esas cuestiones que quieren a toda costa que las elevemos a la categoría de problemas importantes. 

Porque ellos allá, todos esos periódicos reaccionarios, burgueses, pagados por el imperialismo, corrompidos hasta la médula de los huesos, a 1 000 millas de distancia de los problemas de esta Revolución y de los países como el nuestro, creen que esos son los problemas.  ¡No!, señores burgueses:   nuestros problemas son los problemas del subdesarrollo y cómo salirnos del atraso en que nos dejaron ustedes, los explotadores, los imperialistas, los colonialistas; cómo defendernos del problema del criminal intercambio desigual, del saqueo de siglos.  Esos son nuestros problemas. 

¿Y los otros problemas?  Si a cualquiera de esos “agentillos” del colonialismo cultural lo presentamos nada más que en este Congreso, creo que hay que usar la policía, no obstante lo cívicos y lo disciplinados que son nuestros trabajadores y que son estos delegados al Congreso.  No se pueden ni traer, eso lo sabe todo el mundo.  Así es.  Por el desprecio profundo que se ha manifestado incesantemente sobre todas estas cuestiones. 

De manera que me he querido referir a esto para explicarles el porqué a los liberales burgueses. 

Están en guerra contra nosotros.  ¡Qué bueno!  ¡Qué magnífico!  Se van a desenmascarar y se van a quedar desnudos hasta los tobillos.  Están en guerra, sí, contra el país que mantiene una posición como la de Cuba, a 90 millas de Estados Unidos, sin una sola concesión, sin el menor asomo de claudicación, y que forma parte de todo un mundo integrado por cientos de millones que no podrán servir de pretexto a los seudoizquierdistas descarados que quieren ganar laureles viviendo en París, en Londres, en Roma.  Algunos de ellos son latinoamericanos descarados, que en vez de estar allí en la trinchera de combate (APLAUSOS), en la trinchera de combate, viven en los salones burgueses, a 10 000 millas de los problemas, usufructuando un poquito de la fama que ganaron cuando en una primera fase fueron capaces de expresar algo de los problemas latinoamericanos. 

Pero lo que es con Cuba, a Cuba no la podrán volver a utilizar jamás, ¡jamás!, ni defendiéndola.  Cuando nos vayan a defender les vamos a decir:  “¡No nos defiendan, compadres, por favor, no nos defiendan!” (APLAUSOS.)  “¡No nos conviene que nos defiendan!”, les diremos. 

Y desde luego, como se acordó por el Congreso, ¿concursitos aquí para venir a hacer el papel de jueces?  ¡No!  ¡Para hacer el papel de jueces hay que ser aquí revolucionarios de verdad, intelectuales de verdad, combatientes de verdad!  (APLAUSOS.)  Y para volver a recibir un premio, en concurso nacional o internacional, tiene que ser revolucionario de verdad, escritor de verdad, poeta de verdad (APLAUSOS), revolucionario de verdad.  Eso está claro.  Y más claro que el agua.  Y las revistas y concursos, no aptos para farsantes.  Y tendrán cabida los escritores revolucionarios, esos que desde París ellos desprecian, porque los miran como unos aprendices, como unos pobrecitos y unos infelices que no tienen fama internacional.  Y esos señores buscan la fama, aunque sea la peor fama; pero siempre tratan, desde luego, si fuera posible, la mejor. 

Tendrán cabida ahora aquí, y sin contemplación de ninguna clase, ni vacilaciones, ni medias tintas, ni paños calientes, tendrán cabida únicamente los revolucionarios. 

Ya saben, señores intelectuales burgueses y libelistas burgueses y agentes de la CIA y de las inteligencias del imperialismo, es decir, de los servicios de inteligencia, de espionaje del imperialismo:  En Cuba no tendrán entrada, ¡no tendrán entrada!, como no se la damos a UPI y a AP  ¡Cerrada la entrada indefinidamente (APLAUSOS), por tiempo indefinido y por tiempo infinito!

Eso es todo lo que tenemos que decir al respecto. 

Ahora, esos instrumentos:  cuanto libro se publique aquí, cuanto papel se imprima, cuanto espacio dispongamos útil dondequiera, en todos los medios de divulgación, no digo que los vayamos a usar ciento por ciento en la educación.  Desgraciadamente, no podemos.  Pero no podemos no porque no estén disponibles ahí, sino porque no tendríamos los materiales, el personal calificado necesario para dedicar la televisión entera, entera a la educación.  Si la educación es atractiva, la cultura forma parte de la educación; las mejores obras culturales, las mejores creaciones artísticas del hombre y de la humanidad forman parte de la educación.  Pero todo lo que pueden ser usadas, serán usadas.  Y deberán ser cada vez más usadas. 

Aquí se hablaba de la necesidad que tenemos de películas infantiles, de programas de televisión infantiles, de literatura infantil.  Y no Cuba, prácticamente el mundo está carente de eso.  Pero, ¿cómo vamos a tener programas infantiles si surgen algunos escritores influidos por esas tendencias y entonces pretenden ganar nombre, no escribiendo algo útil para el país sino al servicio de las corrientes ideológicas imperialistas?  Cómo han estado recibiendo premios esos señores, escritores de basura en muchas ocasiones.  Porque independientemente de más o menos nivel técnico para escribir, más o menos imaginación, nosotros como revolucionarios valoramos las obras culturales en función de los valores que entrañen para el pueblo. 

Para nosotros, un pueblo revolucionario en un proceso revolucionario, valoramos las creaciones culturales y artísticas en función de la utilidad para el pueblo, en función de lo que aporten al hombre, en función de lo que aporten a la reivindicación del hombre, a la liberación del hombre, a la felicidad del hombre. 

Nuestra valoración es política.  No puede haber valor estético sin contenido humano.  No puede haber valor estético contra el hombre.  No puede haber valor estético contra la justicia, contra el bienestar, contra la liberación, contra la felicidad del hombre.  ¡No puede haberlo! 

Para un burgués cualquier cosa puede ser un valor estético, que lo entretenga, que lo divierta, que lo ayude a entretener sus ocios y sus aburrimientos de vago y de parásito improductivo (APLAUSOS).  Pero esa no puede ser la valoración para un trabajador, para un revolucionario, para un comunista.  Y no tenemos que tener ningún temor a expresar con toda claridad estas ideas.  Si los revolucionarios hubieran tenido temor por las ideas, ¿dónde demonios estarían?  Tendrían 10 cadenas en el cuello y 100 000 patas sobre los hombros —no digo pies—, patas de verdugos y de opresores y de imperialistas.  Por algo una revolución es una revolución y existe y se desarrolla. Y por algo existen los revolucionarios y para algo existen los revolucionarios. Y esas son y tienen que ser y no pueden haber otras valoraciones. 

Pues decíamos que, claro, es lógico que nos falten libros de literatura infantil.  Unas minorías privilegiadas escribiendo cuestiones de las cuales no se derivaba ninguna utilidad, expresiones de decadencia.  ¡Ah!, pero en parte también porque aquí se han adoptado ciertos criterios.  En los tiempos contemporáneos, ¿se considera intelectual a quién?  Hay un grupito que ha monopolizado el título de intelectuales y de trabajadores intelectuales.  Los científicos, los profesores, los maestros, los ingenieros, los técnicos, los investigadores, no, no son intelectuales.  Ustedes no trabajan con la inteligencia.  Según ese criterio los educadores no son intelectuales. 

Pero también ha habido una cierta inhibición por parte de los verdaderos intelectuales, que han dejado en manos de un grupito de hechiceros los problemas de la cultura.  Esos son como los hechiceros de las tribus en las épocas primitivas, en que aquellos tenían tratos con Dios, con el Diablo también, y además curaban, conocían las hierbas que curaban, las recetas, las oraciones, las mímicas que curaban. 

Y ese fenómeno todavía en medio de nuestro primitivismo se produce.  Un grupito de hechiceros que son los que conocen las artes y las mañas de la cultura y pretenden ser eso. 

Y por eso se ha planteado que nosotros en el campo de la cultura tenemos que promover ampliamente la participación de las masas y que la creación cultural sea obra de las masas y disfrute de las masas.  Y que los mejores valores que ha creado la humanidad en todos los siglos, desde la literatura antigua, las esculturas, las pinturas, igual que lo fueron los principios de la ciencia, la matemática, la geometría, la astronomía, puedan ser patrimonio de las masas, puedan estar al alcance de las masas, puedan comprenderlas y disfrutarlas las masas.  Y que las masas sean creadoras. 

¿No tenemos acaso casi 100 000 profesores y maestros?  ¿No hemos visto nosotros en este Congreso brillantísimas intervenciones, agudas y profundas inteligencias, imaginación, carácter, tantas virtudes a raudales?  ¿Es que acaso entre casi 100 000 profesores y maestros, para señalar solo un sector de nuestros trabajadores, no podrían promover un formidable movimiento cultural, un formidable movimiento artístico, un formidable movimiento literario?  ¿Por qué no buscamos, por qué no promovemos, para que surjan nuevos valores, para que podamos atender esas necesidades, para que podamos tener literatura infantil, para que podamos tener muchos más programas de radio y de televisión educacionales, culturales, infantiles?  Es eso lo que debemos hacer, es eso el movimiento de masas que debemos proponer. 

¿Qué mejor ejemplo que el de hoy, en los espectáculos que brindaron los alumnos, jovencitos de la secundaria y de la preuniversitaria?  Algunos de esos alumnos representaban determinadas escuelas, donde todos los alumnos participan en algún Círculo de Interés Científico, y donde todos los alumnos participan en actividades culturales, y escriben, escriben poesía, y obras literarias, y obras de teatro, y representan, y practican todas las actividades culturales.  Y aquí los hemos visto esta noche. 

Si nosotros podemos hacer eso en todas las escuelas, y podemos hacerlo —¿no vimos un grupo de niños?—, podemos y debemos hacerlo desde los círculos infantiles, en la escuela primaria, en la secundaria, en la fábrica.  ¿Qué pueden preocuparnos a nosotros las magias de esos hechiceros?  ¿Qué pueden preocuparnos, si nosotros sabemos que tenemos la posibilidad de a todo un pueblo hacerlo creador, de a todo un pueblo hacerlo intelectual, hacerlo escritor, hacerlo artista?  ¡Todo un pueblo!  Si la Revolución es eso, si el socialismo es eso, si el comunismo es eso, porque pretende para las masas, pretende para toda la sociedad liberada de la explotación los beneficios de la ciencia, de la cultura, del arte.  Si eso, y todo lo que forme parte del bienestar del hombre… ¿Por qué luchamos? ¿Para qué luchamos? 

¿Y qué era lo que precisamente excitaba el interés de ustedes, la pasión de ustedes, en este Congreso, si no pensando en lo que podían llevar allí de cultura, de adelanto, de mejora, de bienestar, de felicidad, a los niños y a los jóvenes y a los obreros que ustedes enseñan? 

Y eso es lo que queremos para todo el pueblo.  Eso es lo que queremos para las futuras generaciones.  Y en nuestras manos está.  ¿Qué nos lo impide?  ¿Qué nos lo puede impedir?  ¡Nada! Ninguna barrera, ningún obstáculo se impone, como no sean todavía nuestras limitaciones materiales, nuestras faltas de niveles, nuestras faltas de cuadros.  ¡Eso es lo único!

Aquí todos los recursos disponibles, todas las riquezas, todos los brazos, todas las inteligencias, todos los corazones, están al servicio de eso. 

Y esa será nuestra sociedad del futuro, representada aquí por estos jóvenes.  Pero es que tenemos que arreglárnoslas para llevar a la actividad a millones de niños y de jóvenes, luchar, trabajar por el desarrollo económico del país, por la base material, que junto al desarrollo de la ciencia, de la educación y del movimiento de cuadros y de personal calificado nos permita hacerlo. 

¡Nada nos lo puede impedir!  Esa es la maravillosa ventaja de nuestra patria hoy.  No vivimos en el capitalismo, no hay burgueses saqueando a los obreros, ¡no!  Nuestros recursos están en manos del propio pueblo. 

Y así, mientras Europa capitalista decae, y decae cada vez más, y no se sabe a dónde va a parar en su caída, como barco que se hunde…  Y con los barcos, en este mar tempestuoso de la historia, se hundirán también sus ratas intelectuales. 

Cuando digo ratas intelectuales, esté claro que no nos referimos, ni mucho menos, a todos los intelectuales. ¡No!  ¡Allá también son una minoría!  Pero digo los marineros, las ratas que pretenden convertir en cosa trascendental su mísero papel de tripulantes de embarcaciones que se hunden en los mares tempestuosos de la historia. 

Es así.  Y es cuestión de años, ¡y tal vez ni siquiera de muchos!  Es cuestión de tiempo. Esas sociedades decadentes, podridas y carcomidas hasta la médula de los huesos por sus propias contradicciones, no durarán largo tiempo.  Y mientras van hacia el fondo, nosotros, con trabajo, con esfuerzo, con dificultades, sí, pero vamos hacia arriba. 

Este Congreso lo demuestra. ¿Qué es esto sino la corroboración de esta idea, el fruto de esta Revolución, el fruto de esta profunda transformación de nuestras estructuras económicas y nuestras estructuras sociales?  Parte del cual es esta humanidad, esta fuerza monolítica, esta formación ideológica profunda, esta masa politizada de educadores, que saben donde están las debilidades, dónde están los problemas, cómo debemos combatirlos, qué debemos priorizar en esa lucha.  Y que nada nos lo puede impedir.  Que hoy nos lo impiden, repito, nuestras limitaciones, pero cada día tendremos más recursos, cada día tendremos más escuelas como la que inauguramos en días recientes; cada día tendremos más base material, más instalaciones, más medios audiovisuales, más recursos. 

Ahora será seguido con los incrementos de producción de barras para la construcción, de cemento, de industrias de la construcción; iremos disponiendo cada vez de recursos mayores, para construirlas primero una, después dos; después serán decenas, y después serán cientos.  Y sabemos que ese es nuestro porvenir.  Y ya no es un porvenir lejano:  ya se ve, ya se vislumbra. 

Estamos conscientes de cuanta escuelita pobre:  todavía hay        630 000 muchachos en aulas multígradas en el país, muchas escuelas todavía en peores condiciones.  ¡Pero vamos hacia delante!  Ese es nuestro porvenir, un porvenir ya no lejano. 

Los próximos años serán testigos de esos avances, los próximos años, ¡seguro!, producto de este espíritu que hoy tiene nuestro pueblo, nuestras masas de trabajadores, espíritu similar al que revelan nuestros educadores. 

Debemos señalar, al hablar de estos problemas, cómo nuestro país en medio del bloqueo, en medio de las agresiones imperialistas, sin embargo ha podido luchar, ha podido defenderse, ha podido fortalecerse; cómo, a pesar de nuestra escasez de recursos, hemos podido ir sobreviviendo estos años; podremos ir mejorando, y avanzando en la misma medida en que otros países también hermanos comienzan a despertar, en la misma medida en que otros pueblos hermanos empiezan a sumarse a esta batalla, en la misma medida en que comienza el aislamiento a la inversa —poco a poco y después ampliamente— del imperialismo que nos aisló y nos bloqueó.

Hay que decir que en estos años hemos tenido la cooperación, el apoyo de los países socialistas. Y, como hemos señalado en otras ocasiones, de la Unión Soviética muy especialmente.  Por eso, hoy tenemos la satisfacción de contar aquí con una delegación soviética presidida por el Presidente del GOSPLAN y viceministro de la Unión Soviética, el compañero Baibakov, que en estos días ha estado discutiendo planes de cooperación económica con Cuba, esencialmente las formas de nuevos desarrollos de renglones básicos de nuestra economía como, por ejemplo, la electricidad, que nos proponemos elevar en 300 000 kilowatts los próximos…  en algo más de 300 000.  Estamos montando instalaciones industriales eléctricas: Tallapiedra, Regla se empezará a montar, O’Bourke se está terminando, se harán otras instalaciones en Santiago de Cuba y Matanzas, que ya tenemos los equipos; y aparte de eso, capacidades adicionales por 300 000 kilowatts, que serán suministrados los equipos por la Unión Soviética y que nos permitirán elevar en más de un 50% nuestra actual capacidad eléctrica, que es ya más del doble de la que teníamos antes del triunfo de la Revolución (APLAUSOS). 

Y ya sabemos la necesidad que tenemos de esos recursos básicos para el desarrollo económico, para el propio desarrollo de la educación, aunque ciertamente hemos señalado la importancia fundamental de que esos recursos costosos nosotros los usemos de manera óptima y los sepamos ahorrar. 

Hay también implicados en estos análisis con la delegación soviética planes de desarrollo de la industria textil, también con el propósito de duplicar nuestras capacidades en los próximos cinco años, de la industria de pulpa y de papel, de la minería, de la mecanización de la caña, de los talleres automotrices y otros programas en estudio. 

De manera que sin duda, con un esfuerzo serio y responsable en todos los campos, como se está viendo en la educación, nosotros no tenemos la menor duda de que venceremos las dificultades cualesquiera que sean y marcharemos adelante. 

También en la noche de hoy se encuentra presente la delegación de otro país que ha tenido una actitud amistosa hacia nosotros y que han estado cooperando en planes de asistencia técnica, que es la delegación de Suecia. 

En el terreno de la educación, ellos nos están ayudando ahora a la construcción de un magnífico Instituto de Electrónica, muy moderno, con todos los medios de la base material.  E igualmente, para la provincia de Las Villas, un Instituto de Refrigeración, que es sumamente importante para nosotros, y de mecánica especializada. 

También nosotros ya hemos empezado a trabajar en ese Instituto de Electrónica.  Se están empezando a hacer también los primeros esfuerzos en el de refrigeración. 

Tenemos también y estamos en la necesidad de llevar adelante construcciones en la Facultad de Tecnología de la Universidad de La Habana, para instalar equipos que hemos estado recibiendo. 

De manera que frente a las dificultades, los obstáculos, frente al bloqueo imperialista, frente a la irritación y al mal humor de los imperialistas, nosotros marcharemos adelante.  Y sin duda que lo lograremos al ritmo más rápido posible en la medida en que optimicemos nuestros esfuerzos, en que optimicemos nuestros recursos, en que superemos nuestras debilidades, nuestras deficiencias. 

Y en esa marcha hacia adelante, los educadores tienen un papel fundamental, más que definido y expresado en el documento del Congreso, un papel decisivo.  Aunque desde luego —como les decía esta tarde a algunos delegados— el fruto del esfuerzo de hoy, los verdaderos frutos del esfuerzo de hoy, en la medida en que realicemos este magnífico programa trazado por el Congreso, no son frutos próximos. 

Les decía:  próximamente tendremos solo satisfacciones morales.  En los próximos cinco años, diez años, con esa enorme masa de más de  un millón de niños en la primaria, con esa explosión de alumnos hacia las secundarias de más de 100 000 por año, en la medida en que superemos nuestras actuales dificultades materiales y tengamos todos los libros y mejores libros, y mejores programas y más articulados, y más cuadros y mejores niveles y mejor base material y más medios audiovisuales y más maestros y más escuelas, los frutos del esfuerzo trazado en este Congreso y de los esfuerzos del país nos proporcionarán en lo fundamental satisfacciones morales. 

Desde luego, los millones de personas que estudien recibirán algo más que satisfacciones morales.  Recibirán una mejor educación, una magnífica perspectiva de futuro.  Las familias cuyos hijos se eduquen, cada vez en forma más eficiente, recibirán algo más que satisfacciones morales.  Experimentarán la satisfacción y la felicidad de ver para sus hijos esas perspectivas. 

Para la economía del país, en bienes materiales no habrá desde luego ahora, sino en largos años, los frutos. 

Y si miramos hacia adelante, los frutos de este Congreso, los mejores, los más altos, ya no solo en el orden moral, ya no solo en el orden de los beneficios directos de tener una mejor educación o la felicidad de la familia por esa causa, sino en el orden material, están a 20 años vista, a 25, a tal vez 30, cuando logremos mejores profesores de los multígrados de primero, segundo y tercer grados, cuando logremos muchos de los anhelos que nos hemos propuesto.  Solo dentro de 15, 20, 25, 30 años podrá el país ver los mejores frutos. 

Pero al menos tendremos todos grandes satisfacciones de orden moral.  Nuestros maestros y nuestros profesores, nuestros educadores, nuestros trabajadores de la cultura y de la ciencia tendrán el bienestar moral, tendrán la felicidad, tendrán la satisfacción de lo que más nos preocupa.  Porque si les preguntamos a ustedes qué los haría más feliz en los años futuros, ustedes dirán:  ¡Ese programa de educación, el cumplimiento de ese programa, el vencimiento y la superación de las dificultades, más recursos, más escuelas, más medios, más cuadros, más apoyo! 

Y nosotros estamos seguros de que para esta masa de casi 100 000 educadores, su mayor satisfacción, su mayor felicidad la irán experimentando en la medida en que vayan obteniendo esos logros y en la medida en que esos logros sean resultado del esfuerzo de ustedes mismos, en la medida en que sean fruto de este Congreso. 

Hoy, dentro de unos minutos, habrá terminado este evento.  Mas no debemos declararlo propiamente clausurado.  Hemos, si se quiere, clausurado una reunión. 

Ahí está el programa, ahí están los acuerdos.  Ahora hay que llevarlos a cabo, ahora hay que cumplirlos. 

¿Por qué vamos a disolvernos al uso tradicional?  ¿Por qué dejar de seguirnos considerando Congreso de la Educación y la Cultura?  ¿Por qué no considerarnos delegados de ese Congreso hasta el próximo Congreso?  (APLAUSOS.) ¿Por qué no declararnos aptos para reunirnos en cualquier otro momento en que haga falta otra vez?  (APLAUSOS.)

Si estamos contentos, si estamos satisfechos de esta camaradería, de esta fraternidad, de esta hermandad; si sabemos que tenemos grandes tareas por delante que tenemos que cumplir; si sabemos que tenemos que ir cumpliendo esas tareas y que irlas controlando, ¿por qué no seguirnos considerando Congreso? 

¿Por qué no tener de nuevo otras oportunidades de reunirnos en estos próximos tres años, si no por una semana, en ocasiones por un día, dos días, para llevar a cabo cualquier política, para discutir cualquier cuestión, para tratar cualquier problema? 

Y por eso nosotros proponemos, como el último acuerdo de estas sesiones, que nos sigamos considerando Congreso de la Cultura en activo, y que nos sigamos considerando aptos y dispuestos para volvernos a reunir en cualquier situación, en cualquier circunstancia para ver cómo marcha el programa, cómo marcha el trabajo, hasta que dentro de tres años sean elegidos los nuevos delegados del Congreso. 

Y por eso les preguntamos a ustedes si están de acuerdo (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE:  “¡Sí!”). 

Entonces que levanten la mano los que están de acuerdo (LOS DELEGADOS LEVANTAN LA MANO). 

¡Perfectamente! 

Y siguiendo la costumbre del Congreso:  ¿Hay alguien en contra?  (EXCLAMACIONES DE: “¡No!“)

¡Muy bien! 

Entonces les deseamos, compañeros, los mayores éxitos en el cumplimiento del programa trazado por el Congreso. 

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

Declaración de la UNEAC

 Documento en el cual la dirección de la UNEAC deja constancia de su desacuerdo con los premios de Poesía y Teatro otorgados, respectivamente, a Heberto Padilla y Antón Arrufat en el concurso de 1968.  

El día 28 de octubre de este año se reunieron en sesión conjunta el comité director de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y los jurados extranjeros y nacionales designados por ella en el concurso literario que, como en años anteriores, tuvo lugar en este. El fin de dicha reunión era el de examinar juntos los premios otorgados a dos obras: en poesía, la titulada Fuera del juego, de Heberto Padilla, y en teatro, Los siete contra Tebas, de Antón Arrufat. Ambas ofrecían puntos conflictivos en un orden político, los cuales no habían sido tomados en consideración al dictarse el fallo, según el parecer del comité director de la Unión. Luego de un amplísimo debate, que duró varias horas, en el que cada asistente se expresó con entera independencia, se tomaron los siguientes acuerdos, por unanimidad:

  1. Publicar las obras premiadas de Heberto Padilla en poesía y Antón Arrufat en teatro.
  2. El comité director insertará una nota en ambos libros expresando su desacuerdo con los mismos por entender que son ideológicamente contrarios a nuestra Revolución.
  3. Se incluirán los votos de los jurados sobre las obras discutidas, así como la expresión de las discrepancias mantenidas por algunos de dichos jurados con el comité ejecutivo de la UNEAC.

En cumplimiento, pues, de lo anterior, el comité director de la UNEAC hace constar por este medio su total desacuerdo con los premios concedidos a las obras de poesía y teatro que, con sus autores, han sido mencionados al comienzo de este escrito. La dirección de la UNEAC no renuncia al derecho ni al deber de velar por el mantenimiento de los principios que informan nuestra Revolución, uno de los cuales es sin duda la defensa de esta, así de los enemigos declarados y abiertos como –y son los más peligrosos– de aquellos otros que utilizan medios más arteros y sutiles para actuar.

El IV Concurso Literario de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, tuvo lugar en momentos en que alcanzaban en nuestro país singular intensidad ciertos fenómenos típicos de la lucha ideológica, presentes en toda revolución social profunda. Corrientes de ideas, posiciones y actitudes cuya raíz se nutre siempre de la sociedad abolida por la Revolución, se desarrollaron y crecieron, plegándose sutilmente a los cambios y variaciones que imponía un proceso revolucionario sin acomodamientos ni transigencias.

El respeto de la Revolución cubana por la libertad de expresión, demostrable en los hechos, no puede ser puesto en duda. Y la Unión de Escritores y Artistas, considerando que aquellos fenómenos desaparecerían progresivamente, barridos por un desarrollo económico y social que se reflejaría en la superestructura, autorizó la publicación en sus ediciones de textos literarios cuya ideología, en la superficie o subyacente, andaba a veces muy lejos o se enfrentaba a los fines de nuestra Revolución.

Esta tolerancia, que buscaba la unión de todos los creadores literarios y artísticos, fue al parecer interpretada como un signo de debilidad favorable a la intensificación de una lucha cuyo objetivo último no podía ser otro que el intento de socavar la indestructible firmeza ideológica de los revolucionarios.

En los últimos meses hemos publicado varios libros, en los que en dimensión mayor o menor y por caminos diversos, se perseguía idéntico fin. Era evidente que la decisión de respetar la libertad de expresión hasta el mismo límite en que esta comienza a ser libertad para la expresión contrarrevolucionaria, estaba siendo considerada como el surgimiento de un clima de liberalismo sin orillas, producto siempre del abandono de los principios. Y esta interpretación es inadmisible, ya que nadie ignora, en Cuba o fuera de ella, que la característica más profunda y más hermosa de la Revolución cubana es precisamente su respeto y su irrenunciable fidelidad a los principios que son raíz profunda de su vida.

Como dijimos en dos de los seis géneros literarios concursantes, poesía y teatro, la dirección de la Unión encontró que los premios habían recaído en obras construidas sobre elementos ideológicos francamente opuestos al pensamiento de la Revolución.

En el caso del libro de poesía, desde su título, Fuera del juego, juzgado dentro del contexto general de la obra, deja explícita la autoexclusión de su autor de la vida cubana. Padilla mantiene en sus páginas una ambigüedad mediante la cual pretende situar, en ocasiones, su discurso en otra latitud. A veces es una dedicatoria a un poeta griego, a veces una alusión a otro país. Gracias a este expediente demasiado burdo cualquier descripción que siga no es aplicable a Cuba, y las comparaciones sólo podrán establecerse en la “conciencia sucia” del que haga los paralelos. Es un recurso utilizado en la lucha revolucionaria que el autor quiere aplicar ahora precisamente contra las fuerzas revolucionarias. Exonerado de sospechas, Padilla puede lanzarse a atacar la Revolución amparado en una referencia geográfica.

Aparte de la ambigüedad ya mencionada, el autor mantiene dos actitudes básicas: una criticista y otra antihistórica. Su criticismo se ejerce desde un distanciamiento que no es el compromiso activo que caracteriza a los revolucionarios. Este criticismo se ejerce además prescindiendo de todo juicio de valor sobre los objetivos finales de la Revolución y efectuando transposiciones de problemas que no encajan dentro de nuestra realidad. Su antihistoricismo se expresa por medio de la exaltación del individualismo frente a las demandas colectivas del pueblo en desarrollo histórico y manifestando su idea del tiempo como un círculo que se repite y no como una línea ascendente. Ambas actitudes han sido siempre típicas del pensamiento de derecha, y han servido tradicionalmente de instrumento de la contrarrevolución.

En estos textos se realiza una defensa del individualismo frente a las necesidades de una sociedad que construye el futuro y significa una resistencia del hombre a convertirse en combustible social. Cuando Padilla expresa que se le arrancan sus órganos vitales y se le demanda que eche a andar, es la Revolución, exigente en los deberes colectivos, quien desmembra al individuo y le pide que funcione socialmente. En la realidad cubana de hoy, el despegue económico que nos extraerá del subdesarrollo exige sacrificios personales y una contribución cotidiana de tareas para la sociedad. Esta defensa del aislamiento equivale a una resistencia a entregarse en los objetivos comunes, además de ser una defensa de superadas concepciones de la ideología liberal burguesa.

Sin embargo, para el que permanece al margen de la sociedad, fuera del juego, Padilla reserva sus homenajes. Dentro de la concepción general de este libro el que acepta la sociedad revolucionaria es el conformista, el obediente. El desobediente, el que se abstiene, es el visionario que asume una actitud digna. En la conciencia de Padilla, el revolucionario baila como le piden que sea el baile y asiente incesantemente a todo lo que le ordenan; es el acomodado, el conformista que habla de los milagros que ocurren. Padilla, por otra parte, resucita el viejo temor orteguiano de las “minorías selectas” a ser sobrepasadas poruña masividad en creciente desarrollo. Esto tiene, llevado a sus naturales consecuencias, un nombre en la nomenclatura política: fascismo.

El autor realiza un trasplante mecánico de la actitud típica del intelectual liberal dentro del capitalismo, sea esta de escepticismo o de rechazo crítico. Pero, si al efectuar la transposición, aquel intelectual honesto y rebelde, que se opone a la inhumanidad de la llamada cultura de masas y a la cosificación de la sociedad de consumo, mantiene su misma actitud dentro de un impetuoso desarrollo revolucionario, se convierte objetivamente en un reaccionario. Y esto es difícil de entender para el escritor contemporáneo que se abraza desesperadamente a su papel anticonformista y de conciencia colectiva, pues es ese el que le otorga su función social y cree –erróneamente– que al desaparecer ese papel también será barrido como intelectual. No es el caso del autor que por haber vivido en ambas sociedades conoce el valor de una y otra actitud y selecciona deliberadamente.

La Revolución cubana no propone eliminar la crítica ni exige que se le hagan los ni cantos apologéticos. No pretende que los intelectuales sean corifeos sin criterio. La obra de la Revolución es su mejor defensora ante la historia, pero el intelectual que se sitúa críticamente frente a la sociedad debe saber que, moralmente, está obligado a contribuir también a la edificación revolucionaria.

AI enfocar analíticamente la sociedad contemporánea, hay que tener en cuenta que los problemas de nuestra época no son abstractos, tienen apellido y están localizados muy concretamente. Debe definirse contra qué se lucha y en nombre de qué se combate. No es lo mismo el colonialismo que las luchas de liberación nacional; no es lo mismo el imperialismo que los países subyugados económicamente; no es lo mismo Cuba que Estados Unidos; no es lo mismo el fascismo que el comunismo, ni la dictadura del proletariado es similar en lo absoluto a las dictaduras castrenses latinoamericanas.

Al hablar de la historia como “el golpe que debes aprender a resistir”, al afirmar que “ya tengo el horror/ y hasta el remordimiento de pasado mañana”, y en otro texto: “sabemos que en el día de hoy está el error/ que alguien habrá de condenar mañana”, ve la historia como un enemigo, como un juez que va a castigar. Un revolucionario no teme a la historia, la ve, por el contrario, como la confirmación de su confianza en la transformación de la vida.

Pero Padilla apuesta sobre el error presente –sin contribuir a su enmienda–, y su escepticismo se abre paso ya sin límites, cerrando todos los caminos: el individuo se disuelve en un presente sin objetivos y no tiene absolución posible en la historia. Sólo queda para el que vive en la revolución abjurar de su personalidad y de sus opiniones para convertirse en una cifra dentro de la muchedumbre para disolverse en la masa despersonalizada. Es la vieja concepción burguesa de la sociedad comunista.

En otros textos Padilla trata de justificar, en un ejercicio de ficción y de enmascaramiento, su notorio ausentismo de su patria en los momentos difíciles en que esta se ha enfrentado al imperialismo, y su inexistente militancia personal convierte la dialéctica de la lucha de clases en la lucha de sexos, sugiere persecuciones y climas represivos en una revolución como la nuestra que se ha caracterizado por su generosidad y su apertura, identifica lo revolucionario con la ineficiencia y la torpeza, se conmueve con los contrarrevolucionarios que se marchan del país y con los que son fusilados por sus crímenes contra el pueblo, y sugiere complejas emboscadas contra sí que no pueden ser índice más que de un arrogante delirio de grandeza o de un profundo resentimiento. Resulta igualmente hiriente para nuestra sensibilidad que la Revolución de Octubre sea encasillada en acusaciones como “el puñetazo en plena cara y el empujón a medianoche”, el terror que no puede ocultarse en el viento de la torre Spasskaya, las fronteras llenas de cárceles, el poeta “culto en los más oscuros crímenes de Stalin”, los cincuenta años que constituyen un “círculo vicioso de lucha y de terror”, el millón de cabezas cada noche, el verdugo con tareas de poeta, los viejos maestros duchos en el terror de nuestra época, etcétera.

Si en definitiva en el proceso de la Revolución soviética se cometieron errores, no es menos cierto que los logros –no mencionados en El abedul de hierro— son más numerosos, y que resulta francamente chocante que a los revolucionarios bolcheviques, hombres de pureza intachable, verdaderos poetas de la transformación social, se les sitúe con falta de objetividad histórica, irrespetuosidad hacia sus actos y desconsideración de sus sacrificios.

Sobre los demás poemas y sobre estos mencionados, dejemos el juicio definitivo a la conciencia revolucionaria del lector que sabrá captar qué mensaje se oculta entre tantas sugerencias, alusiones, rodeos, ambigüedades e insinuaciones.

Igualmente entendemos nuestro deber señalar que estimamos una falta ética matizada de oportunismo que el autor en un texto publicado hace algunos meses, acusara a la UNEAC con calificativos denigrantes, y que en un breve lapso y sin que mediara una rectificación se sometiera al fallo de un concurso que esta institución convoca. También entendemos como una adhesión al enemigo la defensa pública que el autor hizo del tránsfuga Guillermo Cabrera Infante, quien se declaró públicamente traidor a la Revolución.

En última instancia concurren en el autor de este libro todo un conjunto de actitudes, opiniones, comentarios y provocaciones que lo caracterizan y sitúan políticamente en términos acordes a los criterios aquí expresados por la UNEAC, hechos que no eran del conocimiento de todos los jurados y que alargarían innecesariamente este prólogo de ser expuestos aquí.

En cuanto a la obra de Antón Arrufat, Los siete contra Tebas, no es preciso ser un lector extremadamente suspicaz para establecer aproximaciones más o menos sutiles entre la realidad fingida que plantea la obra, y la realidad no menos fingida que la propaganda imperialista difunde por el mundo, proclamando que se trata de la realidad de Cuba revolucionaria. Es por esos caminos como se identifica a la “ciudad sitiada” de esta versión de Esquilo con la “isla cautiva” de que hablara John F. Kennedy. Todos los elementos que el imperialismo yanqui quisiera que fuesen realidades cubanas están en esta obra, desde el pueblo aterrado ante el invasor que se acerca (los mercenarios de Playa Girón estaban convencidos que iban a encontrar ese terror popular abriéndoles todos los caminos) hasta la angustia por la guerra que los habitantes de la ciudad (el coro) describen como la suma del horror posible, dándonos implícito el pensamiento de que lo mejor sería evitar ese horror de una lucha fratricida, de una guerra entre hermanos. Aquí también hay una realidad fingida: los que abandonan su patria y van a guarecerse en la casa de los enemigos, a conspirar contra ella y prepararse para atacarla, dejan de ser hermanos para convertirse en traidores. Sobre el turbio fondo de un pueblo aterrado, Etéocles y Polinice dialogan a un mismo nivel de fraterna dignidad.

Ahora bien: ¿a quién o a quiénes sirven estos libros? ¿Sirven a nuestra Revolución, calumniada en esa forma, herida a traición por tales medios?

Evidentemente no. Nuestra convicción revolucionaria nos permite señalar que esa poesía y ese teatro sirven a nuestros enemigos, y sus autores son los artistas que ellos necesitan para alimentar su caballo de Troya a la hora en que el imperialismo se decida a poner en práctica su política de agresión bélica frontal contra Cuba. Prueba de ello son los comentarios que esta situación está mereciendo de cierta prensa yanqui y europea occidental, y la defensa, abierta unas veces y “entreabierta” otras, que en esa prensa ha comenzado a suscitar. Está “en el juego”, no fuera de él, ya lo sabemos, pero es útil repetirlo, es necesario no olvidarlo.

En definitiva, se trata de una batalla ideológica, un enfrentamiento político en medio de una revolución en marcha, a la que nadie podrá detener. En ella tomarán parte no sólo los creadores ya conocidos por su oficio, sino también los jóvenes talentos que surgen en nuestra isla, y sin duda los que trabajan en otros campos de la producción y cuyo juicio es imprescindible, en una sociedad integral.

En resumen: la dirección de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba rechaza el contenido ideológico del libro de poemas y de la obra teatral premiados.

Es posible que tal medida pueda señalarse por nuestros enemigos declarados o encubiertos y por nuestros amigos confundidos, como un signo de endurecimiento. Por el contrario, entendemos que ella será altamente saludable para la Revolución, porque significa su profundización y su fortalecimiento al plantear abiertamente la lucha ideológica.

Comité director de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.
La Habana, 15 de noviembre de 1968, “Año del Guerrillero Heroico”.

El PEN Internacional demanda «respetar la integridad y el ejercicio de la libertad artística del Movimiento San Isidro»

La artista cubanoamericana Coco Fusco pide respaldo de las instituciones culturales estadounidenses, profesionales, periodistas, en torno a la represión actual en Cuba.

 (14/YMEDIO, La Habana, 3/12/2020) El PEN Club International y el PEN Club de Escritores Cubanos en el Exilio demandaron el miércoles al Gobierno cubano poner fin al descrédito, el hostigamiento, las amenazas y las detenciones de artistas, escritores y periodistas críticos, a raíz de los sucesos en torno al Movimiento San Isidro.

«Las tácticas represivas utilizadas por las autoridades cubanas incluyen amenazas, citaciones, interrogatorios, detenciones arbitrarias, allanamientos y confiscaciones de material periodístico u otros bienes y la limitación arbitraria de la libertad de circulación», lamentan en una declaración.

Condenan además que «la represión y las amenazas se han incrementado notablemente desde los Decretos 370 y 349, que violan la libertad de expresión y de arte: todo contenido artístico debe ser sometido al Estado para su aprobación».

En tal sentido, condenan la existencia de estos decretos, solicitan su derogación y hacen un llamado urgente al Estado de Cuba para, además de acabar con la represión sobre artistas, escritores y periodistas independientes, «declare nulo el proceso penal contra Denis Solis González y permita su inmediata liberación».

Asimismo, pidieron «respetar el diálogo y los acuerdos entre el Ministerio de Cultura y los artistas independientes» y «respetar la integridad y el ejercicio de la libertad artística del Movimiento San Isidro y de todos los artistas y escritores de Cuba».

¿Qué más tiene que pasar para un pronunciamiento?

La artista, escritora y curadora cubanoamericana Coco Fusco publicó este miércoles una carta abierta a instituciones culturales estadounidenses, profesionales de las artes, periodistas y varios cubófilos pidiendo un pronunciamiento con lo que está sucediendo actualmente con activistas que apoyan al Movimiento San Isidro.

Fusco se refirió en específico a las amenazas contra la artista Tania Bruguera y el periodista Carlos Manuel Álvarez, incluida la demonización en los medios estatales. 

Alertó de que «es probable que estas tácticas de intimidación sean el preludio de la presentación de cargos formales contra ellos y contra otros, seguidos de arrestos y posible encarcelamiento».

«Tanto Bruguera como Álvarez están siendo llamados mercenarios pagados por fundaciones estadounidenses y agencias estatales para desestabilizar la revolución cubana. Otros artistas que participaron en la discusión del 27 de noviembre también están siendo blanco de los medios estatales cubanos. Entre el grupo original de cubanos que se declaró en huelga de hambre en protesta por el arresto del rapero Denis Solís, varios siguen bajo arresto domiciliario», lamentó.

«¿Qué más tiene que pasar para que las fundaciones, museos y periódicos estadounidenses que han apoyado a Tania Bruguera y Carlos Manuel Álvarez se pronuncien sobre esta situación? ¿Dónde están todos los conservadores del museo que se entusiasman con el trabajo de Tania? ¿Dónde está el MoMA? ¿Dónde están los coleccionistas que lo han comprado? ¿Dónde están los editores que han publicado Carlos Manuel Álvarez? ¿Dónde están los financiadores que han otorgado becas y premios a Bruguera y Álvarez?», se preguntó.

«¿Dónde están los líderes de Black Lives Matter que se tomaron el tiempo para saludar a Fidel tras su muerte pero no dijeron nada sobre la brutalidad policial contra los artistas negros en Cuba? ¿Por qué los medios progresistas estadounidenses ignoran esto? No ha habido nada de esto en The Nation , Mother Jones , In These Times , The Intercept , Democracy Now , Latino USA o Remezcla o Radio Ambulante», lamentó. 

Otros apoyos

El escritor argentino Eduardo Sacheri expresó su solidaridad y su respeto por el Movimiento San Isidro en un mensaje que publicó a través de su cuenta en Twitter.

Manifestó su solidaridad «por la lucha que están llevando adelante por algo tan importante y básico como la libertad de expresión, no solo para los artistas e intelectuales, sino para todos los seres humanos».

También desde Argentina, como recogió un extenso hilo en Twitter la profesora Sabrina Ajmechet, han enviado sus mensajes de respaldo al San Isidro figuras del mundo de la cultura, académicos, políticos, como Graciela Fernández Meijide, Hugo Vezzetti, Jesús Rodríguez, Patricia Bullrich, Marcelo Cavarozzi, Diego Scott, Fernando A. Iglesias, Ernesto Sanz, Lilita Puig, Hilda Sabato, Fabio Quetglas, entre otros.

MOLE: un movimiento por la libertad de expresión en Cuba

MOLE aspira a convertirse en un movimiento que suscite y favorezca la democracia, las libertades y los derechos humanos en Cuba

Por Camila Acosta

(CUBANET, La Habana, 13/5/2020)  Como esclavos en el cepo, recibiendo azotes constantes, nos han mantenido a los cubanos durante más de sesenta y un años. Ese látigo ha logrado silenciar, aterrorizar y subyugar a muchos, pero no a todos; ha logrado demorar la rebelión, pero no impedirla. Por mucha piel que laceren, siempre hubo ‒y habrá‒ en Cuba cimarrones que enfrentan el peligro, porque la libertad es un llamado de la naturaleza; la libertad de opinión y expresión es una necesidad personal, social y humana.

Por eso hoy el Movimiento cubano por la Libertad de Expresión (MOLE) se ha constituido en frente de resistencia cívico. Esta organización ha nacido producto de la indignación colectiva, pero también resultado de un contexto cada vez más represivo, fundamentalmente a raíz de la crisis por la COVID-19 y la imposición de multas asociadas al Decreto-Ley (DL) 370, la Ley Azote.

Antecedentes

El Decreto-Ley 370, Sobre la Informatización de la Sociedad en Cuba, entró en vigor el 4 de julio de 2019, pero no fue hasta enero de 2020 que se comenzara a implementar. Entre enero y mayo de 2020, un total de 21 periodistas, comunicadores, activistas, disidentes y ciudadanos cubanos han sido azotados en virtud de esta disposición legal, y al menos una docena de personas han sido amenazadas con sus castigos. La aplicación de la norma conlleva una multa de 3 000 pesos (120 dólares) y el decomiso de equipos de trabajo, en este caso los teléfonos celulares y ordenadores.

El efecto ejemplarizante de estas sanciones es fundamental, pues en Cuba el salario mínimo mensual es de 16 dólares, por lo que, para la mayoría de los cubanos, la multa resulta impagable; además de que comprar un teléfono celular es un sacrificio extremo.

Según los inspectores del Ministerio de Comunicaciones y los agentes de la Seguridad del Estado ‒quienes dirigen las puniciones‒, los transgresores, al publicar denuncias en las redes sociales, violan el artículo 68, inciso i de dicho DL, el cual establece que se considera una contravención asociada a las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones: difundir, a través de las redes públicas de transmisión de datos, información contraria al interés social, la moral, las buenas costumbres y la integridad de las personas.

La ambigüedad es evidente. Lo primero es que ni Facebook ‒la red social en donde se hallan las publicaciones “delictivas”‒ ni ETECSA (Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S.A.) son redes públicas, sino empresas o monopolios privados. Y, contrario al “interés social, la moral, las buenas costumbres y la integridad de las personas”, es todo aquello que estimen los funcionarios que imponen la norma y, por lo demostrado por ellos, es todo lo que constituya una denuncia a las arbitrariedades y violaciones de derechos humanos cometidas por el Estado cubano; es decir, lo que atente contra los intereses ideológicos del Partido Comunista de Cuba (PCC), la “moral socialista”, las costumbres e integridad económica de la cúpula de militares, funcionarios y sus familias corruptas.

Mientras en otras naciones la preocupación ha sido establecer regulaciones en internet de manera que se respete al máximo los estándares de libertad de expresión, en Cuba ha ocurrido todo lo contrario. Por las posibilidades de libertad y acceso a la información que brinda, Internet se ha convertido en una amenaza para la estabilidad del sistema totalitario cubano y, por tanto, su control constituye un asunto de primer orden.

Por otro lado, con la imposición del 370 el gobierno cubano transgrede el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. En materia de libertad de expresión resulta inconstitucional pues, al decir de Laritza Diversent, Directora de Cubalex, la Constitución cubana condiciona los derechos que en ella se reconocen a lo que establezcan leyes menores. La Constitución de la República de Cuba está llena de contradicciones, al igual que varias de las normativas establecidas en el Código Penal.

El mes de abril del presente año, justo en medio del recrudecimiento de la crisis por la pandemia de coronavirus, aumentaron las imposiciones de multas adscriptas al Decreto-Ley 370. Debido a esta escalada represiva, el 19 de abril varios periodistas independientes, artistas, activistas y ciudadanos cubanos hicieron pública una Declaración contra la Ley Azote.

“Por ´pensar y hablar sin hipocresía´ los cubanos estamos siendo hostigados y corremos peligro de contagio por la COVID-19, así como de ir a prisión”, señala el documento y añade: “Los azotados con el DL 370, la Ley Azote, conscientes de que informar, opinar y expresarse libremente no constituyen delitos, y de que las leyes injustas se deben cambiar, no acatar, disponemos que, a partir de este momento, nos negamos a pagar las multas derivadas de la aplicación de esta norma y todas aquellas que violen nuestros derechos humanos”.

Entre las exigencias se hallan: la eliminación del Artículo 68, inciso i, del Decreto-Ley 370; el respeto a los derechos humanos de los ciudadanos cubanos, la liberación inmediata del periodista independiente Roberto Jesús Quiñones y el otorgamiento de personalidad jurídica a la prensa independiente cubana.

La campaña llamó la atención de organizaciones de derechos humanos y medios de prensa, nacionales e internacionales. El 6 de mayo se logró un hecho sin precedentes en la historia de Cuba: un total de cuarenta y siete organismos de este tipo publicaron el comunicado “Cuba y su Decreto-Ley 370: aniquilando la libertad de expresión en internet”. En la declaración se repudia la imposición del DL 370 y la persecución en contra de periodistas y actores de la sociedad civil independiente en Cuba, así como se conmina a gobiernos y demás entidades a repudiar estos actos y exigir al régimen cubano el respeto de los pactos internacionales de derechos humanos.

“Si bien la situación de represión de la libertad de expresión y prensa es histórica y sistemática, la escalada represiva actual se recrudece en el marco de la aplicación del Decreto-Ley 370 (…); reiteramos nuestra plena solidaridad con las y los periodistas independientes y actores de la sociedad civil perseguidos en el ejercicio de su libertad de expresión”, expone el documento.

Movimiento cubano por la Libertad de Expresión (MOLE)

La campaña contra la Ley Azote se ha ido articulando hasta lograr aunar a cubanos dentro y fuera de Cuba. El Movimiento cubano por la Libertad de Expresión (MOLE) se ha constituido para estructurar ese trabajo e implementar acciones en este sentido.

MOLE está integrado por periodistas independientes, artistas, intelectuales, activistas de derechos humanos y cubanos de la sociedad civil independiente que pretenden exigir la derogación tanto del artículo 68, inciso i, del Decreto-Ley 370 como de todas las regulaciones nacionales que atenten contra la libertad de expresión en Cuba.

Asimismo, la organización se propone mantener la vigilancia sobre acciones por parte del gobierno, sus instituciones y órganos represivos que puedan coartar la libertad de expresión de cualquier ciudadano cubano; informar y denunciar ante la opinión pública y los organismos internacionales estos atropellos; brindar apoyo emocional y acompañamiento legal a las personas víctimas de violaciones de este tipo; así como promover en los cubanos una educación sobre sus derechos ciudadanos.

De esta manera, MOLE aspira a convertirse en un movimiento que suscite y favorezca la democracia, las libertades y los derechos humanos en Cuba.

Más de 60 años bajo una única ideología, un mismo sistema y partido político, ha generado en la Isla una cultura cívica casi nula; por eso, advertimos que los cubanos debemos comprender, primero, cuáles son nuestros derechos ciudadanos, para luego saber exigirlos. La libertad de expresión es un derecho humano y reclamar su respeto compete a todos. En este marco, la labor de los periodistas independientes, activistas y sociedad civil en general, resulta trascendental pues son ellos quienes informan, denuncian, generan estados de opinión y demandan respuestas de los gobiernos.

MOLE es actualmente uno de los frentes más visibles y confrontativos al gobierno totalitario dentro del país, por eso el régimen responderá como suelen hacerlo las dictaduras en su ocaso: con más represión y censura. Aunque tememos por nuestra integridad física y psicológica, reconocemos que claudicar no es la solución, pues sería la muerte en vida de los cimarrones que todos, de alguna manera, llevamos dentro y que, tarde o temprano, se rebelan y terminan venciendo el látigo, el azote del opresor.

Camila Acosta

Graduada en Periodismo en la Universidad de La Habana, 2016. Investigadora, Documentalista y Especialista en Comunicación del Club de Escritores y Artistas de Cuba (CEAC). Reside en La Habana, Cuba.

 

Hernando de Soto va a la conquista de la Florida

Un día como hoy, en 1539, el conquistador, navegante y explorador español Hernando de Soto, Gobernador de Cuba –nombrado por el emperador Carlos V, quien también lo nombró Adelantado y Capitán General de todas las tierras descubiertas por España–, partió de La Habana, al frente de una expedición compuesta por 11 navíos y un millar de hombres bien armados, rumbo a La Florida. Iba en busca del oro que supuestamente abundaba en esa región de América del Norte y, según la leyenda, en busca también de la fabulosa Fuente de la Juventud. Pero en La Florida, descubierta en 1513 por el vallisoletano Juan Ponce de León, lo que halló fue una naturaleza de lodazales y mosquitos, tan letal como sus belicosos pobladores. De Soto, muy enfermo, murió con 42 años junto al río Mississippi, que él descubrió para el resto del mundo. Su viuda, Inés, o Isabel, de Bobadilla, cumpliendo con lo dispuesto por su marido, ocupó, entre 1539 y 1544, el puesto de éste como primera autoridad civil y militar en el archipiélago cubano, convirtiéndose así en la primera mujer Gobernadora de una colonia en el imperio español. He leído que la Giraldilla –graciosa figura femenina hecha en bronce y que desde hace 500 años corona el campanario del habanero Castillo de la Real Fuerza– fue inspirada por Isabel, o Inés, quien durante años mantuvo el hábito de pasear por las barbacanas de esa fortaleza, mirando el mar como si esperase que se produjera, de un momento a otro, el regreso del ausente.

Sobre la literatura

En el artículo de Mario Vargas Llosa publicado hoy en el diario EL PAÍS, dedicado a Amos Oz, leo lo siguiente: “Cuando uno sigue la obra de un escritor como Amos Oz a medida que se va produciendo, se advierte la importancia de que la literatura se alimente de lo que son las preocupaciones y angustias –y también exaltaciones y alegrías, por supuesto– de la gente común, aquella que lee los libros y se reconoce en ellos, y, al mismo tiempo, ellos le permiten tomar distancia con ese mundo y encararlo desde una perspectiva de más alcance y más profunda. Eso es lo que ha sido siempre la gran literatura: una manera mejor de comprender todo aquello que constituye la vida, enriquecer la perspectiva de los hechos más íntimos y personales, y, también, por supuesto, de los colectivos, y la manera más efectiva de reemplazar los estereotipos, prejuicios y lugares comunes por ideas”. No sé de nadie que haya expuesto esta concepción de la literatura con más elocuencia y menos palabras que la periodista bielorrusa Svetlana Alexiévich, también premio Nobel: “La labor del escritor es sacar de la banalidad a la persona”.

Muere el poeta cubano Rafael Alcides

MDM Alcides y Rivero fotoHa muerto en La Habana, a los 85 años, víctima de un cáncer, Rafael Alcides, uno de los grandes poetas cubanos del siglo XX y figura eminente de la Generación del 50 de la literatura cubana. En la foto, tomada hace pocos años en una plaza de Logroño (España), Rafael aparece en el centro, acompañado por los poetas, también cubanos, Raúl Rivero (derecha) y yo.