Las honduras de las ironías

Honduras soldados

Teódulo López Meléndez, Caracas.

TeóduloLa primera ironía es que la influencia de Estados Unidos en América Latina ha disminuido tanto que ya los militares no requieren autorización, permiso, aval o un guiño para actuar. La historia de los hechos en Honduras indica que el Congreso iba a proceder a destituir a Zelaya por flagrante violación de la Constitución de su país y el embajador americano paró la decisión. La segunda ironía es que los civiles se arrugan frente a la presión del Tío Sam y los militares no. La tercera ironía es que, el Departamento de Estado al parar la decisión constitucional, impulsó la acción militar. La cuarta ironía es que Chávez, en su conferencia televisiva con Zelaya, cuajó definitivamente lo sucedido, al insultar al general jefe del ejército y demostrar de manera inequívoca que el destituido no era más que un peón y que los temores de todas las instituciones hondureñas tenían base cierta.  La quinta ironía es que a los conversos les va mal, puesto que Zelaya, derechista confeso, empresario acaudalado y latifundista próspero, tuvo un ataque de izquierdismo repentino bajo la ilusión de que podía permanecer en el poder por siempre, a la novedosa  manera del “fantasma que recorre América Latina”. En este mismo terreno, los golpistas son ahora demócratas, invocan la Carta Interamericana de Derechos Humanos cuando antes hablaban de intervencionismo, piden intervención cuando hacía horas amenazaban con retirarse de  la OEA, anuncian envíos a Honduras de comisiones vigilantes de los derechos humanos cuando niegan la autorización para que venga por estas tierras la Interamericana que ha procesado numerosas denuncias y, por si fuera poco, se quejan de la represión en Honduras cuando por estas tierras ordenan “gas del bueno”.

La cuestión hondureña lo ha revuelto todo. En el llamado sistema interamericano ya no hay nada claro: no se sabe qué es constitución ni poderes, ni qué predomina (si un presidente por encima de todo o una división de poderes funcionando), ni qué conceptos jurídicos son válidos, ni cómo se agarra ese instrumento caliente llamado Carta Interamericana donde, supuestamente, están establecidos los conceptos de cómo manejar crisis y cómo determinar el comportamiento del gobierno de un país miembro. Esto es un despelote. La legitimidad de ejercicio parece haber sido enterrada frente a la legitimidad de origen. La hipocresía se agita como una lluvia de papelillo.

En Honduras encontramos un desorden en los factores. Si los amables gringos no hubiesen frenado los procedimientos constitucionales, el orden de los factores se hubiese mantenido. Si el converso de Zelaya no violenta a todos los demás poderes no lo hubiesen ido a buscar de madrugada. Pero esos son hechos, realidades inmodificables. Lo que ahora tenemos es otro elemento: el pánico a que cunda el ejemplo hondureño y se desate una epidemia de intervenciones militares. La buena de la señora Bachelet le dijo al ex mandatario hondureño, según declaró el propio Zelaya, que ahora “todos estaban expuestos”; no tengo idea de si esta declaración fue divulgada en Chile, pero a los militares en Santiago no les debe haber gustado para nada semejantes expresiones. “De manera que la señora presidenta se siente amenazada”, habrán reflexionado; la señora Bachelet deberá aprender, si le queda tiempo, que no se puede estar diciendo todo tipo de cosas a gente que después lo divulga con olvido de la privacidad de las conversaciones.

No obstante, el problema, a mi modo de ver, es que el escándalo ha sido tan grande por el converso de Zelaya que ha perdido importancia si el hombre del sombrero regresa o no a Tegucigalpa, en cuanto a frenar la posibilidad de la epidemia militar posible me refiero. La situación hondureña parece irreversible y si ello es así habrá quedado demostrado que ni ONU, ni ALBA, ni SICA, ni OEA, ni UE son capaces de modificar un cuadro interno. En el supuesto de que Zelaya regresase, ello no sería inhibitorio, puesto que si se produce un auténtico golpe de Estado –donde los golpistas pasen por encima de todos los poderes, ejecutivo, legislativo y judicial– el escándalo no podría ser mayor.

Sobre Zelaya está jugando el temor de que se desate una epidemia militar y los escandalosos no descubrieron la vacuna. No la descubrieron porque son obtusos y, sobre todo, hipócritas. Sacan la cuenta de que a Zelaya le quedaban seis meses y que no podría, en ningún caso, seguir adelante con sus planes de consultas, constituyentes, reelecciones y demás hierbas. No la descubrieron porque son lineales, juzgan siempre por el jefe del poder ejecutivo obviando a los demás poderes, porque actúan sobre casilleros de los años 60, desconociendo toda la complejidad jurídica que envuelve ahora a las realidades, porque los cálculos sobre los que se mueven no tienen nada que ver con los principios sino con los intereses.

Las honduras de todas estas ironías no son para alegrarse. América Latina es un despelote.

Opinión ajena

En Honduras se ha roto la cuerda de un conflicto geopolítico que viene creciendo en toda Latinoamérica, cuando Chávez se mete lo mismo en Colombia, que en Perú, Argentina o Bolivia. Honduras, una sociedad conservadora, de cultura política provinciana y primaria, de larga tradición golpista y con una izquierda también conservadora y pacifista, fue sometida a los debates del modelo bolivariano de reforma constitucional, reelección y socialismo del siglo XXI. El miedo es el motor de todos los conflictos y Honduras no es la excepción. El miedo que generó el acercamiento del derrocado presidente Zelaya al coronel Chávez condujo a que la clase política hondureña hiciera lo que sabe hacer en esos casos. Enjuiciar al presidente era demasiado sofisticado para Honduras. Ahora el problema se ha vuelto mucho más grave, ya que ningún presidente latinoamericano quiere llegar en pijama a otro país.

Sin duda hay que rechazar el golpe, pero la comunidad internacional debe tener en cuenta que las políticas autoritarias en Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela se han convertido en una seria provocación para las fuerzas conservadoras y centristas de toda la región. Las expropiaciones de empresas, los cierres de medios de comunicación, la intimidación callejera, las arbitrariedades judiciales, las reelecciones perpetuas y los fraudes son como golpes de Estado graduales. La polarización ideológica chavista está debilitando sociedades amenazadas por miles de pandilleros y poderosos carteles. Centroamérica puede convertirse en un bastión del crimen organizado que dé refugio a mafiosos y terroristas en medio de un caos y una inseguridad endémica que genere millones de emigrantes. […]

Joaquín Villalobos: “De nuevo las repúblicas bananeras”.  El PAÍS, Madrid, 30/6/2009.

Callejón del Gato

Gatos Goya

Zaratustra: El Zelaya quiso copiarle la receta a su compadre Chávez.

La Pisa-Bien: Por meterse en esas honduras le dieron el golpe.

Don Latino: El contragolpe.

Max Estrella

Cuentecito

Un ingeniero fue llamado a arreglar una computadora muy grande y extraordinariamente compleja. Una computadora que valía 12 millones de dólares.

Sentado frente a la pantalla, oprimió unas cuantas teclas, asintió con la cabeza, murmuró algo para sí mismo y apagó el aparato. Procedió a sacar un pequeño destornillador y le dio vuelta y media a un minúsculo tornillo. Entonces encendió de nuevo la computadora y comprobó que estaba trabajando perfectamente.

El presidente de la compañía se mostró encantado y se ofreció a pagar la cuenta en el acto.

–¿Cuánto le debo? –preguntó.

–Son mil dólares, si me hace el favor.

–¿Mil dólares? ¿Mil dólares por unos minutos de trabajo? ¿Mil dólares por apretar un tornillito? Ya sé que mi computadora cuesta 12 millones de dólares, ¡pero mil dólares es una cantidad disparatada! La pagaré sólo si me manda una factura perfectamente detallada que la justifique.

El ingeniero asintió con la cabeza y se fue.

A la mañana siguiente, el presidente recibió la factura, la leyó, sacudió la cabeza y procedió a pagarla en el acto, sin chistar.

La factura decía:

Detalle de servicios prestados:
1. Apretar un tornillo………………………………………1 dólar.
2. Saber qué tornillo apretar………………………… 999 dólares.

Muere Victoriano Crémer

A los ciento dos años de edad acaba de fallecer en León, ciudad en la que arraigó, el poeta Victoriano Crémer. Nacido en Burgos en 1907, su obra ocupa un sitio señalado en la poesía española del siglo XX, a la que aportó libros como La espada y la pared, Nuevos cantos de vida y esperanza, Tiempo de soledad, Libro de Caín, Las horas perdidas y Lejos de esta lluvia tan amarga, entre otros. Obtuvo en 1963 el Premio Nacional de Poesía; en 1994, el Premio Castilla y León de las Letras; y, el año pasado, el Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma por su libro El último jinete. En 1944 fundó en León, con Eugenio de Nora, la revista Espadaña, de la que fue director. (Espadaña y Garcilaso, contrapuestas en estética y proyección social, son las más significativas publicaciones literarias de la posguerra española.) Crémer nos deja una poesía cuidada, rica en sutilezas, pero no formalista, cuyo rasgo más notorio y constante es la eficaz correspondencia, romántica, entre concepto y emotividad. Trabajador inagotable y siempre de cara a las realidades de su “justo tiempo humano”, al morir seguía siendo articulista del Diario de León, donde mantenía la sección “Crémer contra Crémer”.

Victoriano Crémer

ORACIÓN DE LA HUMILDAD

Al fin lo he comprendido: ya me tengo
como Tú me querías: casi nada
o casi todo; apenas barro
bien amasado en lágrimas.

Te doy gracias, Señor, porque me hiciste
de tan pequeñas cosas y a tan altas
rabias de corazón llegué entre dientes
de deslumbrantes dentelladas.

Me diste soledad, hambre y tristeza,
los dones de Tu gracia,
y me obligaste a conocer cómo nos nacen
las raíces del alma.

Gracias, Señor, porque me echaste al confuso montón de la pobreza,
y me diste sabor de pulpa amarga,
densa como los sueños, retenida
de los huesos en la doliente caña.

Nada puedo pedir que no me dieras
sobradamente; nada
que no estuviera escrito; destinado
para completar en mí Tu semejanza.

Si el hombre es el tributo a Tu paciencia,
el soplo de Tu aliento, la esperanza
de Tu trabajo creador, cumplida
quedó en mi carne Tu palabra.

Hierros nacieron donde brotaron sangres
–dolor del hierro negro, del rabioso hierro que rompe y que desgarra
como un viejo perro golpeado–,
y, sobre las heridas, fue la brasa
y la sal en los labios.
¡Y estoy vivo!
¡Y nadie de esta carga me descarga!…

Con todo ello me hiciste, poco a poco
–que el hombre es una tarea larga–,
y te sonrío
desde esta mi humildad recuperada…

Porque es así, Señor, como querías
que fuera: casi nada
o casi todo; apenas barro
bien amasado en lágrimas.

VICTORIANO CRÉMER

El sacrificio de Neda: testimonio frente a fábula

Irán muchacha muerta

En la cima de la teocracia persa, hay dos ayatolás apellidados Jatamí, uno nombrado Mohamed y el otro Ahmad. He leído que no son parientes. El primero presidió Irán entre 1997 y 2005, milita en el reformismo y pide que se libere a los detenidos por las protestas callejeras de estos días. El segundo, un troglodita quizás más aterrado que furioso, exige la horca para los “cabecillas de los alborotadores”.

El caso es que Ahmad Jatamí tiene el capricho de que veamos a Neda Agha Soltan, la joven cuya muerte en una calle de Teherán la ha elevado a símbolo de la rebeldía de la juventud iraní, como “una dama asesinada por los alborotadores”. Pero hay un problema para creerle a este ocurrente religioso: su versión de los hechos –basada, según él, en el vídeo de medio minuto que conocemos todos, en el que sólo se ve a Neda agonizando en el suelo y a dos individuos que intentan ayudarla– tropieza de frente con el testimonio de quienes presenciaron el crimen. Uno de los hombres que aparecen en el vídeo junto a la muchacha es su profesor de música y el otro es el médico iraní Arash Hejazi. El doctor Hejazi, que reside en Londres y se hallaba de visita en Teherán, le ha hecho a la BBC el siguiente relato, que tomo del artículo de Ángeles Espinosa publicado hoy en el madrileño ABC:

Murió en menos de un minuto

«Corrimos hacia ella y la tumbamos en el suelo. La herida de bala estaba justo debajo del cuello. Jamás había visto algo así porque la bala parecía haber explotado dentro de su pecho y la sangre empezó a salir por la boca y la nariz».

El médico cree que también le afectó a la garganta. «Intenté presionar la herida, pero fue en vano porque murió en menos de un minuto».

El primer pensamiento de Hejazi es que el disparo había salido de una azotea. Pero después vio a los manifestantes agarrar a un hombre armado en una moto.

«La gente empezó a gritar: lo tenemos, lo tenemos. Lo desarmaron y sacaron su carnet de identidad, que mostraba que era un miliciano basij. La gente se enfureció. Él gritaba: ¡No quería matarla!»

Lo dejaron marchar, pero se quedaron con su carnet y lo fotografiaron. Después, cuando metieron el cuerpo sin vida de Neda en un coche para llevarla al hospital, el médico vio cómo volvieron a agarrar al basij, un hombre alto y fuerte que disparó a la joven estudiante de música de 26 años desde su moto.

Reflexiones a debate

A contracultura libro

Aduana Vieja Editorial, de Valencia (España), ha publicado el libro A contracultura (Insurrectos, subversivos, insumisos), en cuyas 361 páginas acoge quince ensayos, precedidos por una minuciosa y esclarecedora Introducción de las doctoras Ángeles Mateo del Pino y Victoria Galván González, profesoras titulares de la Facultad de Filología de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, quienes tuvieron a su cargo la edición de esta obra dedicada a responder, desde diversos ángulos profesionales e ideológicos, a dos preguntas de palpitante actualidad: ¿a qué se denomina contracultura? y ¿qué debemos entender cuando se habla de lo “políticamente incorrecto”? En esta compilación hallamos los siguientes textos: Una retórica de la confusión (Manuel Díaz Martínez); Lo políticamente correcto: Pensamiento y lenguaje (Mª Dolores García de Paso Carrasco y Trinidad Arcos Pereira); Daños y perjuicios (Rosario Miranda); Historias de la buena muerte: Cine y eutanasia (Pilar Pedraza); La evolución de las drogas: Desde los orígenes a la decadencia del mundo antiguo (Daniel Becerra Romero); Mujeres, lo natural y lo sobrenatural en Inglaterra desde la época moderna hasta 1750 (Francisco Alonso Almeida e Ivalla Ortega Barrera); Los amores de David y Yonatán, según Charpentier y Bretonneau (1668) (Arturo Delgado Cabrera); El castigo de los marginales en la literatura española: Algunos ejemplos de una realidad social (Francisco J. Quevedo García); La sexualidad marginal y el cuerpo en la narrativa de Eduardo López Bago (Victoria Galván González); Machismo y misoginia en poetas de la vanguardia: Girondo, De Rokha, Parra (Osvaldo Rodríguez Pérez); Escritos apasionados en Chile: La narrativa de Marta Brunet, María Luisa Bombal y Diamela Eltit (Bernardita Llanos); La perspectiva histórica de un tema prohibido en Alemania: El Nacionalsocialismo (Mª Cristina Santana Quintana); El travestismo femenino como modelo contracultural (José Ismael Gutiérrez); Escribir con el cuerpo: Deseo y errancia sexual en Néstor Perlongher (Ángeles Mateo del Pino); La sexualidad heterodoxa y la contramodernidad: El juego del poder (Gustavo A. Santana Jubells). Ilustración de cubierta: «Suicide of Frida Kahlo», de Trek Thunder Kelly.

La incertidumbre sobre Atlas

Teódulo López Meléndez, Caracas.

TeóduloEl hombre de inicios del siglo XXI está sembrado en la incertidumbre.  El paso de la primera década ha sembrado, aún más, la incredulidad, la perplejidad y la ausencia. No tiene que ver sólo con que hemos vivido la primera gran crisis económica, si bien admitamos que la fractura sistémica de lo económico ha contribuido grandemente con su secuela de aumento de la pobreza, del hambre, del desempleo y de la insolidaridad.

La incertidumbre se hunde más adentro en la medida en que la vida como repetición limita la posibilidad de otras maneras. Las luchas hacia una nueva realidad –admitámoslo– parecen convertirse en una rueda trancada por objetos lanzados a su paso. El hombre parece no encontrar mundo, esto es, siente el agotamiento de la posibilidad de decisión, lo que significa la ausencia de la capacidad de reordenar, de autoconcretarse, de llegar a alguna parte, más cuando el lugar de arribo al que pudiera aspirarse se ve como sumergido en nebulosas y cada día se limita más a la supervivencia cotidiana, o en lo primitivo de las carencias o en el hedonismo adormecedor.

Si bien la incertidumbre ontológica o la incertidumbre social o la incertidumbre económica pueden ser citadas como permanentes compañeras de viaje, ahora, en el fin de esta primera década de un nuevo milenio, como hacía muchísimo tiempo no sucedía, nos encontramos frente a un hombre herido de ausencia de perspectivas y sin estímulos para enfrentar su desnudez. La soledad frente al futuro parece maniatarlo.

Los grandes proyectos quedaron atrás y son mirados con una sonrisa picaresca que expresa aturdimiento, desolación y hasta burla por haberlos concebido. Algunos analistas hablan de un “miedo a la vida”. La globalización encuentra su legitimidad en la simple existencia del proceso, mientras vemos a una Europa vacilante incapaz de darse las formas más avanzadas de su unión. Mientras tanto el Estado-nación vive su crisis y los viejos factores de cohesión se desmoronan. Tanto como los hechos históricos puntuales que nos tocó vivir  a finales del siglo XX, la evaporación de los supuestamente homogéneos cuerpos de doctrinas (ideologías) ha lanzado al vacío a importantes grupos carentes ahora del envoltorio protector, sin que un sano pragmatismo con ideas o de ideas termine por involucrarse en la conducción hacia una meta. La verdad se ha hecho, cada vez más, el viejo concepto nietzscheano.

El pragmatismo no puede ser leído como negación de lo utópico, más bien como el desatar de una imaginación sin carriles, entubamiento o corsés de ortodoxia. El pragmatismo con ideas que reclamo como motor alterno al movimiento humano lo concibo como un desafío novedoso al hombre como sujeto y actor de la cultura, como aquel –como tantas veces se ha dicho– que se empeña en dejar huella. La nanotecnología y la robótica en general, el apoltronamiento frente a la pantalla, la inmovilidad del trayecto pueden conducirnos a grandes cambios físicos, es cierto, pero en lo humano sigue sembrándose el único interés posible.

En la política conseguimos uno de los factores claves de la incertidumbre del hombre posmoderno. La política de la modernidad se agotó y con ella la forma claramente preferida, esto es, la democracia, dejando el vacío presente que no logra llenar la globalización ni sus manifestaciones parciales de integraciones regionales. El poder, por su parte, se ha hecho vacuo, es decir, inútil, arrastrando consigo a las luchas por obtenerlo, como es lógico en todo proceso de degradación. Ya el hombre no mira a las formas políticas de organización social como paradigma emergente que siembre la posibilidad de un objetivo a alcanzar. Si bien la globalización presenta un salto –uno como el tránsito de las sociedades agrícolas a las urbanas– carece del envoltorio de las ideas convirtiéndose en praxis realizada. El hombre de esta primera década del nuevo milenio ha vivido de espasmos o de convulsiones sin conseguir un nuevo envoltorio protector, a pesar del resurgimiento de lo local como nuevo ámbito que suministra un mínimo de preservación. Aún así, la destrucción de los viejos hábitats cuidadores de envoltorio contribuye a la incertidumbre, tanto la ausencia de protector envolvente como la ausencia de desafíos emocionantes. Ya he dicho de la ruptura del tiempo-espacio y de la desaparición de la distancia como elementos inmovilizadores a la par que suministradores de soledad y aislamiento y el hombre sólo vive las consecuencias atormentadoras de la falta de los enlaces sociales, ahora reducidos al mínimo, como el pequeño grupo de amigos o la pequeña red de intereses comunes compartidos.

Quizás como nunca hemos dejado atrás el pasado sin que exista un presente, todo bajo la paradoja de un futuro que nos alcanzó con sus innovaciones tecnológicas de comunicación que hoy se han convertido en nuevos símbolos de status. La ausencia de verdades proclama como necesaria la reinvención del hombre, de uno que se debate entre una mirada resignada y un temor hasta ahora intraducible a acción creadora. La globalización presenta el desafío también como global, como uno que excede a razas, geografías, pobreza o riqueza, nacionalidades o religiones. Una unión paradójica –podemos admitirlo– o una unión desigual o una unión de grandes contradicciones y de conflictos a los cuales no debemos temer.

Los envoltorios protectores se diluyeron cual bolsas de plástico biodegradable. Las soluciones a las interrogantes se evaporaron. El hombre perplejo e incierto ahora ha descubierto que lo creado no era un eternum sino una contingencia histórica, un momento –tanto como puede concebirse un momento en la historia humana– y que en consecuencia se traslada al pasado. El peligro inminente es un nuevo poder totalitario que se aproveche de la incertidumbre. El peligro inminente es la pérdida de la voluntad de un hombre que preferiría dejarse dirigir antes que desafiar de nuevo al pensamiento.

El deterioro de lo social-político refuerza pues al hombre posmoderno en la incertidumbre. El depositario mismo y real del poder se ha hecho indefinible. El temor por el futuro colectivo se convierte –otra paradoja– en una angustia personalizada de autoescondite. Ante la falta de protección suplicamos por una, encerrados en envoltorios de fragilidad pasmosa. El hampa desatada –también un  fenómeno global, aunque en algunas partes cohacedora del necesario temor para el desarrollo de una revolución– incrementa de manera notable la inseguridad general que hemos llamado incertidumbre. Asistimos, entonces y como parte de la ruleta, con factores que siembran incertidumbre en procura de una legitimación falsa. Las acciones colectivas se tornan cada día más difíciles y que sólo vemos ante trastoques políticos puntuales, ante amenazas puntuales, y que de origen están condenadas a apagarse, como hemos sido testigos en los meses recientes.

Las fábricas de incertidumbre son las nuevas grandes industrias sin chimeneas del mundo posmoderno del siglo XXI y que, en esta primera década, se nos han mostrado tan contaminantes como las peores que aún están con vida y produciendo el calentamiento global. Estas fábricas de incertidumbre son las responsables del enfriamiento global del hombre.

Cubanas y cubanos: Gastón Baquero

Baquero 3

PALABRAS SOBRE LA ARENA

Manolo fotoEn 1956 ó 57 vi por primera vez a Gastón Baquero. Fue en La Habana, en un pasillo del Diario de la Marina, el periódico en lengua española más antiguo de los que se publicaban entonces. Baquero era su jefe de redacción. Me presentó al poeta —yo tenía veinte años y había publicado dos librillos tartamudos— un viejo periodista español de apellido Preciado o Precioso, que presumía de haber cruzado correspondencia con Miguel de Unamuno. (Años más tarde, cuando el edificio del Diario de la Marina fue ocupado por la redacción de Noticias de Hoy, encontré en los archivos del vetusto periódico una tarjeta postal en la que don Miguel, de su puño y letra, desde su exilio en Hendaya confesaba, en 1928, a su amigo Preciado o Precioso, que José Martí lo había enseñado a sentir más que a pensar.)

A Baquero se lo consideraba un hombre con poder —en aquella Cuba, la jefatura de redacción del influyente Diario de la Marina casi equivalía a un ministerio— y lo llamaban ingeniero, aunque sospecho que pocos sabían de qué rama de la ingeniería había desertado al periodismo y la literatura. Como poeta y articulista —más como lo segundo que como lo primero— gozaba de gran prestigio. “Me gusta la prosa de ese reaccionario Gastón Baquero”, cuenta el periodista José Pardo Llada que llegó a decir el Che.

Baquero se fue de Cuba tan pronto como Fidel Castro llegó al poder. Recordemos que una de las primeras decisiones de la revolución relativas a la prensa fue clausurar el conservador Diario de la Marina. El poeta vino para España y en Madrid volví a verlo cuando yo comenzaba mi exilio, treinticinco años después de nuestro encuentro habanero. Sucedió en la Residencia de Estudiantes, una noche de poesía cubana en la que, presentados por el poeta gaditano José Ramón Ripoll, leímos poemas nuestros.

Baquero libro verbum

POESÍA COMPLETA, Verbum, 1998.

De su época estudiantil data su vinculación con José Lezama Lima. Se conocieron en la Universidad de La Habana. Baquero se dio a conocer como poeta en Verbum y colaboró también en Espuela de plata, las dos primeras revistas que fundó Lezama, quien a su vez colaboraría en Clavileño, revista de Baquero, tan efímera y exquisita como las anteriores.

En 1944 se pone en circulación el primer número de Orígenes, revista que fue el punto de convergencia de una decena de poetas, ensayistas y narradores, cultos, brillantes, imaginativos, que compartieron la voluntad de estructurar una teleología de lo cubano mediante una singular intelección trascendente del paisaje, la historia y la cultura nacionales, una auténtica reinterpretación poética de nuestra identidad. A la formación católica, predominante entre los origenistas, atribuyo el hecho de que sublimaran, con una pasión de temblor místico, su minuciosa, obsesiva búsqueda de esa entelequia denominada lo cubano, que Cintio Vitier se encargó de congelar aristotélicamente en un elenco de categorías metafísicas que supuestamente definen lo que somos y presumiblemente condicionan cómo nos comportamos. A mí el origenismo, por lo que acabo de decir y por su tendencia al apartamiento y la endogamia intelectual, me pareció a veces más una secta, con renegados y cismas incluidos, que lo que en definitiva fue: un grupo de intelectuales idealistas impregnados de nacionalismo romántico y que, atrincherados en una concepción eticista de la historia, se aplicaron a la tarea de rescatar y preservar, en medio de los vaivenes de la mojiganga republicana, el Santo Grial de la cubanidad. Baquero figura entre los fundadores de Orígenes, y no creo equivocarme cuando digo que Orígenes ha seguido siendo, muy a pesar de Baquero  —que fue un temprano y contumaz disidente del origenismo—, la referencia más clara de su poética. Lo considero el otro gran poeta del grupo, junto a Lezama y Eliseo Diego.

Baquero tuvo la necesidad, común a todos los origenistas, de reflexionar sobre la esencia y el destino de la poesía, de investigar —dicho con sus propias palabras— “en qué consiste por dentro el ser de la poesía”. Sus reflexiones al respecto descansan en su idealismo religioso. Su pensamiento está condicionado por su idea de Dios.

Poco antes de su deceso, sostuve con Baquero una larga conversación en la residencia de ancianos de la localidad madrileña de Alcobendas, donde estaba recluido y donde murió. Aquella mañana, uno de los temas de nuestra plática —la más larga que sostuvimos jamás— fue la concepción huidobriana del poeta como un pequeño dios. No obstante el para mí evidente paganismo del que Huidobro partía para concebir al poeta como un virtual sustituto o competidor de los dioses en lo que a poder de vaticinio y creación de realidades se refiere, Baquero se servía de esta idea, cristianizándola, para explicar que, como dice en uno de sus ensayos, “la poesía es la prolongación en el hombre de la imagen y semejanza de Dios, en cuanto creador”. En ese mismo texto (“La poesía como reconstrucción de los dioses y del mundo”) nos dice: “La poesía contemporánea, que comenzó por romper con Dios violentamente, que parecía no tener otro objetivo que el estético y cuando más el blasfemo y el irracional, no sabía que está haciendo con sus textos y con su lucha por encarnar dentro del ser real de la poesía un reino libre y autónomo, una labor religiosa”. Y añade: “Porque no otra cosa es la tarea que el poeta realiza cuando escribe el poema, aunque él pretenda estar haciendo ateísmo o aunque se presente como persona que nunca ha pensado en Dios. No importa. Dios no necesita ser pensado para existir, sino que se realiza en todo acto creador —y aun en la simple intención creadora—, aunque el acto tienda a ser contrario a Dios. Es muy del humor de Dios oponerse a Dios.” Recuerdo que en aquella conversación Baquero me dijo que, puesto que el acto de crear es síntoma incontrovertible de lo divino, los hombres estaríamos privados de crear si no fuésemos parte y todo al mismo tiempo de Dios, por lo cual Huidobro había acertado aunque en el substrato de su definición se percibiera un tufo de desafío blasfemo.

ENSAYOS, Pre-Textos, 1995.

ENSAYOS, Pre-Textos, 1995.

En el mismo ensayo al que he hecho referencia, nuestro poeta desarrolla su versión del proceso de sustitución del camino teologal por el poético para acercarse a Dios: “Al separarse de la teología, de la directa aceptación de Dios —obra de los siglos XVIII y XIX—, [el hombre] no pudo hacer otra cosa que ir a Él por caminos extraños. Se entregó a la poesía con un ardor singular, desaparecieron de la escena intelectual, de la corriente viva de ideas, los nombres de los grandes guardianes del género humano, que son los teólogos, los santos, los pensadores de raíz religiosa. Pero nsensiblemente y soterradamente, la ausencia de Dios fue reemplazada por la nostalgia de Dios, por la necesidad de explicarse el mundo, la vida, la trascendencia, desde una situación augusta, nueva y enérgica como la de Adán en el Paraíso”. Esta reflexión nos remite a la de otro origenista relevante, Cintio Vitier, que nos ha hablado, a propósito de Emilio Ballagas, de “la pureza adánica, anterior al conocimiento” —la pureza baqueriana del inocente que escribe palabras sobre la arena, metáfora de la unión directa del poeta con lo divino— y que ha visto que “la palabra constituye para el poeta la potencia nupcial, el daimon mediador entre su deseo y la divinidad”. “De raíz divina ella misma”, coincide Vitier con Baquero. “El poeta siente que, al buscarla, es ella quien lo busca”. Pero, para Baquero, la poesía, en las etapas modernas de su devenir, no ha sido sólo una vía alternativa para acercarse a Dios, ni siquiera para servir de mediadora de Él, sino para sustituirlo: “…si el hombre volvió a buscar a tientas el cuerpo secreto de la poesía”, dice Baquero, “fue porque intuitivamente descubrió que necesitaba sustitutos para el Dios que había perdido”. En un ensayo posterior, el titulado “La poesía como problema”, nos hace esta confesión, que es todo un corolario a sus meditaciones anteriores: “Y si algo se ha podido aprender de veras en estos últimos treinta años de atención y de reverencia hacia la desacreditada tarea poética, es que la tal tarea es nada menos que la más alta y difícil posibilidad de comunicación del hombre no religioso con lo sagrado, entendiendo por lo sagrado desde el hecho de vivir, de sentirse vivo, hasta el misterio de los objetos y hechos cotidianos, pasando por las más remotas y complejas meditaciones y comprobaciones de lo universal”.

Jean Cocteau era de los que piensan que la poesía es útil, pero confesó que él no sabía para qué sirve. Según el vitalista Neruda, la poesía es “lo que fue escrito con sangre para ser escuchado por la sangre”. El cartesiano Valéry, para quien “todo poeta verdadero es necesariamente un crítico de primer orden”, consideraba la poesía un infalible ejercicio de lucidez. Baquero, de raíz martiana, que cree en la utilidad y la necesidad de la poesía, y, como los griegos, en su poder vaticinador, nos dejará dicho —y ésta será su poética— que “La grandeza eminentemente social de la poesía, es decir, la grandeza de una comunicación y de una confesión profunda de lo humano, trascendiendo la peripecia visible y descubriendo las entrañas de lo que se aproxima —no otra cosa es la poesía—, ha vuelto a colocar a ésta en el sitial de máxima referencia y de supremo aprovechamiento. Hoy la poesía es útil de nuevo. Trae los avisos, las sentencias, las anticipaciones”.

La sabiduría poética de Baquero se manifiesta, ante todo, en el equilibrio que logra al integrar en la escritura el ver, el pensar y el sentir. Un amor inteligente, sobrio en su manera de exteriorizarse, por todas las cosas de este mundo que tanto atrajo su atención, ilumina su obra, en la cual, bajo el oficio de la palabra culta laten las devociones y las dudas de un hombre que vivió y pensó con honradez y que, en la zozobra que dan las lejanías, acarició, junto a una vocación universalista, una nostalgia caribeña y una devoción americana. ¿No es Baquero ese lector solitario y absorto de uno de sus grandes poemas, “ese lector que de pronto levanta la mirada, / y la deja perderse detrás de las montañas, / más allá de los cielos, / en busca de una tierra distante…”?

Opinión ajena

El periódico madrileño El Mundo publica hoy una entrevista de su corresponsal en Beirut, Javier Espinosa, a Bani Sadr, primer presidente de la República Islámica de Irán, derrocado en 1981 mediante un golpe de Estado auspiciado por Jomeini. Sadr, exiliado en Francia desde hace años, aporta datos y opiniones que ayudan a entender lo que está aconteciendo en Irán. Aconsejo la lectura de esta entrevista, a la cual pertenecen los siguientes pasajes:

[…]

Pregunta: ¿Cree usted que las movilizaciones actuales han sobrepasado su objetivo inicial, protestar por los resultados de la elección, y ahora ponen en cuestión el propio sistema de la República Islámica?
Respuesta: Sí. El movimiento de protesta ya se ha olvidado de las elecciones y se centra en (Ali) Jamenei porque él mismo fue quien realizó una declaración de guerra contra el pueblo. Fue él quien dijo (durante la oración del pasado viernes) que poner en cuestión las elecciones era cuestionar el régimen. Por tanto él mismo ha hecho girar las manifestaciones en su contra. Ahora los gritos de protesta que más se escuchan son los que dicen ¡Abajo Jamenei! y similares. Ha sido él quien organizó este fraude electoral y quien ahora amenaza a todo el mundo.

[…]

P: El recurso a la acción de los grupos paramilitares para frenar la acción popular parece ser una constante en la historia de la República Islámica. Durante la pugna que llevó a su destitución sus seguidores también tuvieron que afrontar la acción de los llamados ‘Hizbulá’…

Bani Sadr

Bani Sadr

R: Durante aquella época la represión fue algo sin precedentes. Cada noche mataban a 50 ó 100 personas. Era imposible resistir de forma pacífica simplemente con manifestaciones contra el golpe de estado. Hoy no está ocurriendo eso. Hay represión pero no de esa magnitud. Además la población se enfrenta a un régimen debilitado que presenta todos los signos de su próxima muerte. El primer signo es la guerra que existe en el centro del régimen, que ha alcanzado el paroxismo. El segundo es el hecho de que hayan vaciado de contenido al Islam oficial. Y el tercer signo es el hecho de que la corrupción se haya generalizado. Estamos ante un caso muy similar a los últimos tiempos del régimen soviético.

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P: Hay algunos expertos en la región como Robert Fisk, que aseguran que otra de las claves de esta revuelta estriba en el papel que está jugando el ayatola Mesbah Yazdi, una de las figuras más radicales de la República Islámica y a quien el corresponsal del diario The Independent achaca un creciente interés por suceder a Jamenei. ¿Qué opina de esta teoría?
R: Si cae Jamenei no habrá otra persona que le sustituya. O permanece Jamenei o se acaba todo.