Bonnefoy: «Yo no he elegido la literatura, sino la poesía…»

Bonnefoy fotoYo no he elegido la literatura, sino la poesía. No son la misma cosa. La literatura es una posibilidad de la lengua, la poesía es una manera de despertar la palabra. Y debemos hacer una distinción fundamental entre la lengua y la palabra. La lengua es un conjunto de nociones que nos permiten encontrar diferentes aspectos de la realidad, la literatura es la construcción que hacemos de ella por medio del lenguaje. Todas las experiencias están aquí permitidas, todas las distracciones e irresponsabilidades. La poesía es la respuesta que se lanza en dirección a la lengua, cuando nos preguntamos acerca de nuestras necesidades fundamentales. No es un lugar para divertimentos, ni de la experimentación existencial: es el lugar de la exigencia de la responsabilidad.
La literatura es una posibilidad de la lengua, la poesía es una manera de despertar la palabra.
 Recuerdo que fui golpeado profundamente por la relación que aparecía entre la palabra y la cosa. Tenía la sensación de que la palabra era la embajadora de la cosa, su representante entre nosotros. Es mi primer recuerdo sobre la experiencia del lenguaje. En ese momento comprendí que la poesía ejercía esta relación con la palabra. Después encontré, en los poemas que nos hacían leer, que existía un ritmo, una música dentro de los poemas, que no era inherente a las conversaciones, sino que existía solo en la poesía. Así consideré que mi destino era practicar ese ritmo que hacía que las palabras entraran en contacto con el mundo.
La poesía está para recordarnos que todas las palabras, incluidas las que usamos automáticamente, o tanto que parecen gastadas y poco relevantes, son las responsables de la realidad. Para nosotros es importante la existencia de una tierra, suficiente, benéfica, que nos permita dar un sentido a nuestra existencia, que nos permita estar unidos en un lugar donde exista la vida, aunque por momentos resulte surreal. Diría que la poesía habla solo acerca de eso, en esencia. Fundamentalmente la poesía debe decir: ‘Existe una Realidad’, debemos ser parte del mundo, no debemos dejarnos llevar por esa distracción que nos hace aceptar nuestras existencias como algo abstracto, o resignado a la irrealidad. ¡La poesía es aquello que exige la existencia del mundo!
El medio ambiente de la Tierra vive amenazado. La lectura de poesía nos regresa a la capacidad fundamental, una apertura si se puede llamar así, de recentrar nuestra atención sobre el lugar terrestre como tal. Ahora en que muchas de las especies desaparecen, en que el aire está contaminado, en que la población es tan numerosa que no hay suficientes recursos, es necesario tomar conciencia de nuestro papel, y el papel de la poesía es facilitar esta toma de conciencias. Necesitamos una voz profética que anuncie los desastres y despierte la conciencia.
En las dudas de Hamlet, en sus angustias, es donde la modernidad encontró su suelo más fértil.
Lo que ha ocurrido es que el sistema educativo ha tenido una preocupación sociológica, científica y psicológica que ha desviado la atención de esta relación que la palabra poética establece con el mundo. Se ha cambiado la experiencia poética directa por la explicación del poema y esa reflexión académica ha dado paso a una situación en la cual la poesía no puede respirar. He ahí el problema con la recepción de la poesía.
La poesía hace acercamientos más profundos a la condición humana, a lo que sabemos y está detrás. Las grandes obras de la poesía se han arriesgado mucho antes por los laberintos de la conciencia nuestra. En las dudas de Hamlet es donde la modernidad encontró su suelo más fértil.
Existir, pero de otra forma, y no en la superficie de las cosas, en el meandro de los caminos, en el azar: como un nadador que se sumergiese en el porvenir para emerger luego cubierto de algas, y más ancho de frente, y de espaldas.
Es la relación con el otro la esencia del pensamiento moral
La sociedad sucumbirá si la poesía se extingue.
YVES BONNEFOY  (Francia, 1923-2016)

Cómplices de Maduro

 

EDITORIAL

Unidos Podemos no puede convalidar más la deriva autoritaria venezolana

(EL PAÍS, Madrid, 28/7/2017) Este domingo, si la presión combinada de la diplomacia y los venezolanos no logran impedirlo, Venezuela cruzará la última línea roja que separa a una democracia de una dictadura.
A partir del momento en el que el régimen de Maduro dé por válida la elección, fraudulenta y anticonstitucional, de la llamada “Asamblea Nacional Constituyente”, habrá disuelto la última institución democrática que queda en ese país: la Asamblea Nacional, elegida en las elecciones el 6 de diciembre de 2015. Esos comicios, recordemos, fueron ganados por la oposición a Maduro, agrupada en la Mesa de Unidad Democrática (MUD). La MUD obtuvo un resultado espectacular dadas las muy adversas circunstancias en las que se celebraron las elecciones: logró el 56,2% de los votos y 112 de los 167 escaños en liza.
Desde entonces, el régimen de Maduro ha vaciado de poderes al órgano legislativo. El resultado de esta labor de demolición, perpetrada con el apoyo de un Tribunal Supremo que el régimen ha atiborrado de magistrados ideológicamente afines, dibuja un brutal sinsentido democrático: la Asamblea, legítima representante del pueblo venezolano, ni tiene competencias legislativas, ni de control del Gobierno, ni capacidad para aprobar los presupuestos generales o supervisar los gastos del Estado, es decir, exactamente todas aquellas funciones que son la razón de ser del parlamentarismo democrático.
Por si fuera poco, valiéndose de su control del Consejo Nacional Electoral, ha impedido con todo tipo de maniobras y triquiñuelas que la oposición pudiera llamar a la convocatoria de una elección presidencial revocatoria, un procedimiento tasado en el artículo 72 de la Constitución de 1999. Y violando de forma aún más flagrante la literalidad de la Ley Fundamental del chavismo, ha convocado esta elección constituyente, que según sus artículos 347 y 348 requiere un referéndum previo para obtener el consentimiento popular, no una elección amañada sin participación de la oposición ni garantías de ningún tipo.
La oposición democrática ha quedado atrapada en una situación imposible. Tras haber aceptado las reglas del juego chavista, se encuentra con que el Gobierno de Maduro las modifica a su antojo cada vez que le perjudican y somete a encarcelamiento injusto a los líderes políticos que se oponen y a represión sin fin a los ciudadanos que se manifiestan contra él. Los 498 presos de conciencia que según la OEA hay en el país y más de 100 muertos en la represión callejera dejan bien clara cuál es la concepción de la democracia y los derechos humanos que tiene el régimen.
En este lamentable estado de cosas, los líderes de Podemos, que declaran día sí y día no querer regenerar la democracia española, guardan silencio, cuando no justifican a Maduro y acusan a la oposición de antidemocrática. Es urgente que Podemos aclare si su estándar de democracia es el mismo que el que representa Maduro. No es una cuestión retórica. Los ciudadanos españoles tienen derecho a saber si la suerte que les esperaría si Podemos gobernara y ellos decidieran oponerse a sus políticas sería similar a las que sufren los ciudadanos e instituciones venezolanas que han decidido defender la democracia del autoritarismo de Maduro.

Así podría salvar Trump a Maduro

Un bloqueo petrolero daría la coartada perfecta al chavismo

Moisés Naim
(EL PAÍS, España, 23/7/2017) El presidente Donald Trump y su equipo están considerando la posibilidad de prohibir la importación de petróleo venezolano a Estados Unidos. El cálculo de la Casa Blanca y otros en el Congreso es que esta sanción asfixiaría la economía venezolana y conduciría a la caída del régimen de Nicolás Maduro. Yo no estoy tan seguro. Veo la posibilidad de que esta medida más bien termine fortaleciendo al Gobierno de Caracas, debilitando a la oposición y agravando la crisis humanitaria que está devastando a los venezolanos.
Trump ha anunciado que impondría severas sanciones económicas a Venezuela si Maduro lleva adelante su intención de convocar comicios para una Asamblea Constituyente. Los más de 500 diputados que saldrían elegidos, en un proceso tutelado y trampeado por el régimen, tendrían la misión de reescribir la Constitución. La fundada preocupación es que la intención de Maduro y sus socios cubanos es la de usar esta nueva Constitución —cuya redacción y aprobación controlarían— para imponer instituciones y políticas económicas como las que imperan en Cuba.
Por otro lado, más de siete millones de venezolanos que participaron en una consulta organizada por la oposición manifestaron su repudio a esta Constituyente. Diversos presidentes y expresidentes de América Latina y Europa, el secretario general de la Organización de Estados Americanos y múltiples organizaciones internacionales han exhortado al Gobierno de Caracas a que suspenda esta iniciativa. Pero Maduro y los suyos reiteran que el proceso es imparable.
De resultar esto cierto, Trump ha prometido sanciones más severas de las que ya hay. El enfoque adoptado por Barack Obama y continuado por Trump ha sido el de identificar con nombre y apellido a corruptos, narcotraficantes, violadores de derechos humanos y otros criminales que ocupan altos cargos en el Gobierno de Venezuela y en sus fuerzas armadas e imponerles fuertes sanciones personales. Pero en ciertos círculos de Washington y de la oposición venezolana estas sanciones son percibidas como insuficientes, y de ahí la propuesta de prohibir la importación de petróleo venezolano a Estados Unidos.
Hay tres razones por las cuales esta es una mala idea. La primera es que la experiencia histórica en materia de sanciones demuestra que los bloqueos o embargos económicos generales casi nunca logran su objetivo. Hacen sufrir más a la población pero no afectan a los gobiernos y a las élites que lo apoyan.
El caso de Cuba es el mejor ejemplo. En 1962, Estados Unidos le impuso un embargo comercial en respuesta a las confiscaciones de bienes de ciudadanos y empresas norteamericanos. Lejos de desgastar al régimen, su único efecto ha sido el darle una excusa para justificar la crónica catástrofe económica que sufre la isla.
Y hay más ejemplos. Lo que llevó al Gobierno de Irán a la mesa de negociación que culminó en el acuerdo que frenó su programa nuclear no fueron las sanciones económicas que pesan sobre el país desde hace décadas, sino nuevas y muy sofisticadas medidas de castigo dirigidas a altos funcionarios, a sus socios y a su sistema financiero. Vladímir Putin se queja de las sanciones generales que hay contra Rusia, pero mucho más de las que afectan específicamente a las finanzas de sus más cercanos colaboradores y oligarcas amigos.
La segunda razón es que el bloqueo petrolero es innecesario. Sus terribles efectos ya los ha creado Nicolás Maduro. La economía venezolana ha colapsado y desgraciadamente sigue en caída libre. Las reservas en el Banco Central están por debajo de 10.000 millones de dólares, una fracción de lo que deberían ser. La mayor parte de los alimentos, los insumos para producirlos o las medicinas hay que importarlos pagándolos al contado en moneda dura, ya que nadie le da crédito al Gobierno. La trágica realidad es que ya no hay suficientes dólares para importar lo que hace falta para nutrir y medicar adecuadamente a todos los venezolanos. Y esta tragedia la crearon Chávez, Maduro y sus aliados cubanos… solitos. Sin ayuda de Washington.
Y esta es la tercera razón. La tragedia venezolana tiene responsables muy claros. El mundo ya ha entendido que los venezolanos sufren por culpa de la oligarquía chavista que ha gobernado al país durante 18 años bajo la tutela de La Habana. Ahora ni siquiera los simpatizantes más fanáticos pueden defender los resultados de esa revolución bolivariana sin hacer el ridículo. Un bloqueo petrolero impuesto por Donald Trump sería una maravillosa y oportuna tabla de salvación política para Maduro. Trump sería presentado como el responsable del hambre de los venezolanos. Maduro ha venido denunciando la “guerra económica declarada por el imperio del norte contra Venezuela” como la causa de los males del país. El bloqueo petrolero le daría la coartada perfecta.
No lo haga, presidente Trump.

Muere el Nobel chino Liu Xiaobo

Liu Xiaobo foto

Luchó por la democratización de China y pasó los últimos nueve años en prisión. Sólo fue excarcelado por su enfermedad.

(LIBERTAD DIGITAL. 13/7/2017) El disidente chino y Premio Nobel de la Paz, Liu Xiaobo, ha muerto a causa de un cáncer de hígado, poco después de ser liberado por razones humanitarias tras pasar casi una década encarcelado por exigir una apertura democrática del gigante asiático. Las autoridades chinas aceptaron sacarlo de prisión el pasado 26 de junio, cuando su estado ya era crítico. El opositor, finalmente, ha fallecido en un hospital blindado, bajo custodia policial y sin que se viera cumplido su deseo de morir en un país libre.
La familia había reclamado repetidamente que Liu, de 61 años, y su mujer, Liu Xia, viajaran al extranjero para que él pudiera recibir tratamiento médico y para que ella, una vez fallecido el activista, pudiera vivir lejos del régimen de Pekín.
Las autoridades se negaron esgrimiendo que es un «asunto interno» y se limitaron a permitir el 7 de julio la visita de dos médicos extranjeros independientes. «Esperamos que los países implicados respeten la soberanía china», había reclamado en los últimos días el portavoz del Ministerio de Exteriores, Geng Shuang. El entorno del opositor había denunciado amenazas e intimidación por parte de las autoridades, que incluso mantuvo a la mujer del disidente bajo arresto domiciliario desde el año 2010.
Liu fue condenado en 2009 por «incitar a la subversión del poder estatal» por participar en la redacción de la conocida como ‘Carta 08’, que reclamaba reformas democráticas en China. Entre otras cosas, pedían al Ejecutivo que cumpliera los derechos que recoge la Constitución china, como la libertad de expresión, y pusiera fin a su régimen autoritario.
Ya había pasado 21 meses entre rejas tras la masacre de 1989 en la plaza de Tiananmen por su apoyo a los estudiantes que participaron en las protestas pacíficas. Fue de los pocos que, tras la masacre en la que acabó ese movimiento, continuó con la lucha.
Además, unas críticas contra la política oficial del régimen en Taiwán y el Tíbet le costaron el ingreso en un campo de ‘reeducación’ entre 1996 y 1999. Sus años en libertad también estuvieron marcados por una constante vigilancia policial.
Liu recibió a lo largo de su vida numerosos premios en reconocimiento a su labor de activismo y su compromiso con la libertad en China. En 2010, fue galardonado con el Nobel de la Paz «por su larga lucha no violenta por los derechos fundamentales», pero ni él ni su esposa pudieron viajar a Oslo para recoger un galardón que fue duramente criticado desde Pekín.
A pesar de haber abandonado la cárcel, Liu seguía bajo custodia de las autoridades chinas, lo que para las organizaciones de Derechos Humanos representa un símbolo de la inagotable represión a la que fue sometidodurante gran parte de su vida.
«Ahora podemos mostrar al mundo que China es como la Alemania nazi», consideraba el activista y amigo del fallecido Hu Jia, poco después de recibir la noticia, entre la tristeza y la rabia. Hu no podía evitar comparar a Liu con el pacifista alemán Carl von Ossietzky, el último premio Nobel de la Paz que murió bajo custodia en 1938, tras haber sido internado en un campo de concentración nazi por denunciar el rearme militar de su país.

Baudelaire y el «tonto» Victor Hugo

Christie’s subasta una carta desconocida en la que el autor de ‘Las flores del mal’ tacha de ‘estúpidas’ las misivas del escritor de ‘Los miserables’

(EL PAÍS, Madrid, 18/6/2014) Una carta inédita de Charles Baudelaire demuestra que la relación con su colega escritor Víctor Hugo estaba lejos de ser amistosa y, mucho menos poética. Así lo revela un documento que hoy subasta Christie’s en Nueva York, junto a una primera edición de la famosa colección de poemas de Baudelaire Las flores del mal, y de los que se hace eco el diario The Guardian.
Charles Baudelaire (Paris,1821-1867) adulaba en público al autor de Los miserables; en una reseña que hizo de esta novela en la publicación Le Boulevard en 1862 se deshacía en elogis, pero en privado arremetía contra él. En la carta que ahora se subasta, escrita en enero de 1860 a un destinatario desconocido, Baudelaire se queja de Hugo. «No para de enviarme cartas estúpidas», dice, y añade que le inspiran «escribir un ensayo para demostrar que, por una ley fatal, un genio siempre es un idiota». También en otra carta que Baudelaire remitió a su madre describía a Hugo como un «inmundo e inepto» e ironizaba sobre su propia capacidad de juzgar a su colega: «He demostrado que poseo el arte de la mentira».
Cuando Baudelaire publicó en 1857 la primera edición de Las flores del mal se enfrentó a la censura de la época: tuvo que suprimir seis poemas de la colección por orden de un juez. Víctor Hugo se solidarizó con él y en agosto de 1857 le comentó: «Tus flores brillan como estrellas». Más tarde, en 1859, le diría: «Nos provocas una nueva clase de estremecimiento». En retorno a los halagos, Baudelaire le dedicó tres poemas, pero no era sincero en sus demostraciones.
Victor Hugo (Besançon, 1802-París, 1885) alcanzó gran popularidad como novelista, poeta y dramaturgo y esto causaba la envidia de otros escritores. En concreto, Charles Baudelaire le tenía «una envidia corrosiva», según apunta la especialista en literatura francesa Rosemary Lloyd, autora de The Cambridge companion to Baudelaire.
El volumen de Las flores del mal de la primera edición de 1857 que subasta Christie’s , con un precio de salida de 88.400 euros, contiene los seis capítulos que después fueron censurados y también tiene adosadas al final la carta en la que descalifica a Hugo, así como otras misiva dirigida a su editor y amigo Auguste Poulet-Malassis.
La casa de subastas lanza asimismo a la venta otras edicionesde Las flores del mal, una de 1868-69, con una introducción de Theophile Gautier, y otra de 1910, ilustrada por Georges Rochegrosse.