De mi archivo: Sarduy y Branly en parla juvenil hace 50 años

SEVERO SARDUY Y ROBERTO BRANLY HABLAN DE LA POESÍA CUBANA

Entrevistó: Graziella Pogolotti

Severo Sarduy y Roberto Branly son dos poetas cubanos jóvenes. Branly no ha llegado a los treinta años; Sarduy acaba de pasar los veinte. Branly tiene dos libros publicados: El Cisne (1956) y Las Claves del Alba (1958). Estudia periodismo. Su rostro posee dos máscaras: Branly serio, cuando escucha o está abstraído, y Branly risueño, cuando acaba de producir un chiste. Hoy está serio: habla de poesía.

–Mi obra arranca del surrealismo. Pero al principio conocía solamente del surrealismo las repercusiones que ese movimiento poético tuvo en España. A su regreso de Europa, el poeta Baragaño me hizo conocer a algunos autores franceses…

–Sin embargo, tu obra poética no parece tener mucho que ver con ellos…

–No parte de Freud, sino de Jung y la teoría del subconsciente colectivo. Trato de situarme frente a la realidad cubana. Creo que la poesía es un medio de conocimiento, no un género literario, que la imagen ha de apoderarse del objeto y no servir de excusa para meros ejercicios de análisis de fondo y forma. Dilthey influyó en esta concepción de la poesía. Boti fue el primero en plantear estas cuestiones en Cuba.

En frases breves, tajantes, Branly expone ideas que parecen haber sido muy meditadas y discutidas. Sarduy escucha en silencio. A veces inclina ligeramente la cabeza hacia un lado, como si se dispusiera a hablar. Sarduy tiene un libro listo para la prensa. Se titula Cautela. Ha publicado en la revista Ciclón y en una Antología de Poetas Camagüeyanos. Finalmente interviene.

–Mi experiencia personal –y creo que es algo que podría recomendar a otros poetas jóvenes– me incita a leer mucha prosa de buena calidad. Los poetas hacen bien en tratar de conocer las nuevas orientaciones de la poesía. Pero no deben encerrarse en su campo, no se puede llegar al extremo de escribir poesía para poetas, que es lo que está sucediendo en nuestro medio. Yo recomendaría que se leyera a Jorge Luis Borges, el mejor prosista de América.

Branly interviene, rápido.

–Comparto la opinión de Sarduy. Siempre he leído mucha prosa. Y admiro a Borges.

Sarduy prosigue:

–Los poetas jóvenes no pueden ignorar nuestro movimiento literario. Hay que conocerlo y juzgarlo con honradez, leer las revistas –algunas de ellas importantes– que existieron entre nosotros. Orígenes, por ejemplo.

Branly interrumpe nuevamente.

Orígenes carece de fuerza vital. Es poesía de eruditos.

–No estoy de acuerdo. Lo que dices es cierto en el caso de Lezama. No así en la obra de Fina García Marruz, de Eliseo Diego –el más interesante del grupo, en mi opinión…

–Llámala entonces poesía de biblioteca. Para mí resulta más interesante la obra de Regino Pedroso, de Guillén, de Ballagas, de Serafina Núñez, de Navarro Luna.

–Claro que lo que había de fuerza vital en Orígenes constituye más tarde Ciclón. Virgilio Piñera…

–¿No crees, Sarduy, que debiéramos aprovechar la oportunidad para hablar de los poetas jóvenes, de los que todavía no han cumplido 30 años?

–Me parece muy buena idea. Empieza tú.

–No vamos a hacer una lista exhaustiva, un catálogo. No pretendo conocerlos todos, pero trato de mantenerme informado. Mira, hace pocos días encontré una joya de arte tipográfico, Los párpados y el polvo de Fayad Jamís, un libro que ya tiene cuatro años. Manuel Díaz Martínez abandona ahora la poesía académica que estaba escribiendo. Se libera… Isidoro Núñez, que publicó en Orígenes, trata de ahondar en lo cubano. Hay, además, dos surrealistas que pudiéramos llamar “oficiales”: Carlos M. Luis y Baragaño… Tomás Gutiérrez Alea, ahora dedicado al cine, fue el autor de Reflejos… Pablo Armando Fernández hace una poesía transparente, refrescante, mientras Huete busca perfiles de escultura. Pero corre el peligro de fosilizarse. Rolando Arteaga ha publicado un Manifiesto del hombre reciente, interesante, aunque no comparto su actitud.

–Déjame añadir algunos nombres, Branly. Luis Marré maneja bien el idioma. Nivaria Tejera, con su surrealismo decantado, Roberto Fernández Retamar en Alabanzas, conversaciones… Escardó, Arrufat…

Branly aprovecha la pausa de Sarduy para intervenir otra vez.

–Del grupo que se inició en Ciclón, Sarduy me parece el de más fuerza. Raimundo Fernández Bonilla es un poeta esdrújulo. Gaínza sigue en la línea de Florit. ¿Recuerdas la revista Nueva Generación? Allí se iniciaron Rine Leal y Carlos Franqui.

–Habrá que tener en cuenta lo que se produce en provincias. En Camagüey hay poetas muy serios: Suardíaz, Piedra, Clara Ligeman… En general, y a manera de conclusión, podríamos decir que existe un movimiento poético importante, pero disperso. Cada cual trabaja individualmente y los únicos que parecen tener capacidad de aglutinación en este momento son los malos poetas…

– Quizás eso se deba a falta de perspectiva. Después de la gran cohesión manifestada por el movimiento Orígenes, hay algo así como una “radioactividad poética”. Así, Renuevo

–No es ni grupo ni renuevo –concluye Sarduy.

Branly y Sarduy se alejan. Siguen hablando. Sus gestos y sus opiniones suelen diferir. Pero coinciden en una igual exigencia de rigor, el sentido crítico, de voluntad de trabajo. En nuestra literatura, la poesía sigue siendo la rama más fecunda.
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Periódico El Mundo, La Habana, domingo 21 de septiembre de 1958.